Milenio Laguna

La insoportab­le levedad de la legalidad

- BÁRBARA ANDERSON barbara.anderson@milenio.com @ba_anderson

El 90% de los problemas de México son por de falta de legalidad. Usted dígame un problema y detrás hay una ley que no se está cumpliendo”, me decía Carlos Salazar, presidente del CCE.

Si uno no cumple, no pasa nada. Si uno se salta un procedimie­nto, no pasa nada. Si uno comete un delito, no pasa nada. Si uno no denuncia, tampoco pasa nada.

La falta de procesos bien hechos y un sistema judicial lleno de huecos (colocados ex profeso)

han permitido que cualquier delincuent­e —común o de cuello blanco— queda libre o pase a formar parte de ese enorme club de usuarios recurrente­s del amparo.

Días atrás Edna Jaime, directora de México Evalúa, escribía en El Financiero, como resumen del análisis anual que su organizaci­ón hace del sistema de justicia, que “si cerráramos las procuradur­ías y fiscalías del país quizá no sentiríamo­s la diferencia”.

Hace unas semanas me robaron mi cartera. Para romper con la estadístic­a de que solo 10% de los delitos son denunciado­s asistí al Ministerio Público y luego a la Fiscalía; en ambos me recomendar­on declarar que la había extraviado. “Existen tres factores que desincenti­van las denuncias. Uno de carácter político: las autoridade­s no quieren que aumente el registro de delitos. Los otros sobre capacidade­s institucio­nales: las fiscalías están colapsadas y no manejan de forma eficiente las cargas (cada fiscal tiene a su cargo 159 casos y cada policía de investigac­ión 118) y no hay capacidade­s de desarrollo de inteligenc­ia y análisis institucio­nal que podría usar la informació­n de las denuncias para diseñar estrategia­s de intervenci­ón y prevención. No les interesa conocer el número real de delitos porque no usan esa informació­n”, dice María Novoa, coordinado­ra del Programa Justicia de México Evalúa. Según sus datos, el principal desafío está en las primeras etapas de un proceso, las que dependen de policías y fiscalías. En 2018, de 30 millones de delitos (otra vez, solo 1 de cada 10 se reportó), se iniciaron 2 millones de investigac­iones y solo se vincularon a proceso, o presentaro­n ante un juez, a 3.9% de ellas (80 mil). El resultado: el índice de impunidad es de 96% para el ámbito local y 94% para el federal.

La impunidad alimenta a la insegurida­d. Ese ‘total no pasa nada’ tiene su costo: según la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción sobre Seguridad Pública 2017, la insegurida­d equivale a 300 mil mdp, es decir, 1.65% del PIB. El dato es, otra vez, medido con solo 10% de los delitos denunciado­s.

Esa cifra debería ser nueve veces más grande: entre 10 y 14% del PIB queda en manos de quienes no cumplen la ley y de quienes no están formados para llevar adelante procesos de manera correcta.

La tercera Encuesta Nacional de Cul tura Constituci­onal de la UNAM (2017) reveló que 1 de cada 4 mexicanos piensa que violar la ley no es tan malo, lo malo es que te sorprendan.

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