Chayito en Santa Martha
Justo después de escuchar por enésima vez el nada tendencioso rollazo de un triatleta panista mandado por Markito Cortez al Senado como si hubiera ido a los Panamericanos y ganado una medalla, me entero de la infausta noticia de que Rosario Robles, uno de los personajes más probos de la Realpolitik nacional, caía en el tambo, lejos de
su colección de bolsas de Chanel y Louis Vuitton, preguntándose si ya era tiempo para dejar de despreocuparse. Pensé que habría desolación en la patria, pero al encontrarme al portero de mi edificio muy sonriente, a punto de descorchar la champaña, supe que estaba equivocado.
Era la increíble y triste histeria de la cándida Chayito y los jueces desalmados que concluyeron que ella, con las faldas bien puestas, podía evadirse de la justicia. Imposible, y menos ahora que su abogado, un dotado émulo de Copelas o Coello Trejo, le ha dado la categoría de presa política. Libertad.
Por supuesto, no importa la información periodística (ni siquiera el Grupo Atracomucho podía haber hecho algo tan palurdo y ordinario) ni las aportaciones de la ASF pues, según el ex director de la Auditoría, Juan Manuel Portal, a la doña solo le faltó transgredir las leyes de Newton. Y es que a pesar de que se le advirtió sobre la serie de anomalías que pasaban en Sedatu, la Chayo se sentía la muy, muy, no entendía
No se sabe si Mit fue a comprar útiles a República de El Salvador o a pedir clemencia
de razones y les mandaba puras pruebas basura.
Y es que ese tinterillo chafa había declarado que su cliente nunca iba a ser carne de presidio. Y ya ven. Por eso lo único que se le ocurrió fue decir que el juez era un irrespetuoso y nomás estaba sembrando la cizaña entre sus viejos camaradas, como mi licenciado Peña, que sigue instalado en la padroterapia intensiva y el dotor Mit, que ya debe estar pensando en apelar a la PIGmentocracia ahora que se ha dejado en claro que es imposible que no estuviera enterado de estos enjugues. Curioso que al ex candidato priista se le viera junto con Pepe Toño González cerca de Palacio Nacional, no se sabe si fueron a comprar útiles escolares a República de El Salvador, o a pedir clemencia.
Como quiera que sea, se están tardando en acusar a la Fiscalía de humillar a Robles Berlanga, no por sacarle sus trapitos sino por los dibujos horribles que le hicieron en el Reclusorio Sur.