Milenio Laguna

Sintomatol­ogía muy preocupant­e

- GERARDO MOSCOSO CAAMAÑO lonxedater­ra@hotmail.com

Toda incontinen­cia verbal o escrita, es sospechosa. Temo a los habladores venenosos; a los estúpidos que hablan sin ton ni son, tal vez por miedo a oír, en el silencio, el vacío retumbar de sus cerebros; pero sobre todo temo a los resentidos y egocéntric­os, megalómano­s paranoicos, a los tipos arrogantes, altaneros, orgullosos, que creen tener la

mejor o tal vez la única y última palabra digna de pronunciar­se. Estas personas son la esencia misma del despotismo, porque desdeñan la opinión del otro.

Todos estos vanidosos ya son bastante malos de por sí como simples ciudadanos; pero ahora imagínense por un momento, que un individuo de esas caracterís­ticas, carente de toda medida de sí mismo y tan enajenado de la realidad, se hace con un coto poder, ya sea grande o pequeño, en su comunidad, y establece un régimen arbitrario, sencillame­nte porque él siempre tiene la razón. El mando absoluto siempre silencia y descalific­a al oponente. Ese es el primer síntoma de la intoleranc­ia. De modo que un charlatán obsesivo que consigue instalarse en el poder, muestra otro síntoma preocupant­e, el fanatismo envidioso.

Una sola idea puede contagiar al mundo: La idea de que la culpa pertenece a otros, la idea de que nuestro miedo,

El mando absoluto siempre silencia y descalific­a al oponente

nuestro fracaso o nuestra desgracia han sido tramados por enemigos ajenos a nosotros y a la vez traidorame­nte infiltrado­s en nuestra cercanía, la idea de que se puede dividir a los seres humanos en puros e impuros, en inocentes y culpables, en malos y buenos, en nosotros y ellos. A cualquiera, en cualquier parte, le puede alcanzar ahora mismo un sino de exclusión y destierro..

Pero el veneno, para extenderse, no necesita camisas rojas o azules para desarrolla­rse. Aquí mismo, entre nosotros, obscuros personajes que se esconden en el anonimato, han comenzado su tarea: generar miedo.

Sin que nos demos cuenta alguien ha empezado, bajo la cobardía del anonimato,

letal._ a dividirnos por envidia, avaricia y estupidez. Hay una falta de respeto al que difiere, al que no piensa de manera semejante…Una sola idea, puede ser más destructiv­a que la enfermedad más

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