Milenio Laguna

El último gran ídolo

- RAFAEL OCAMPO

No gana el América en la cancha más con la llegada de Guillermo Ochoa con respecto a la hoy imposible permanenci­a del argentino Agustín Marchesín. Ambos tienen un altísimo mismo nivel.

Aunque no han sufrido en la portería durante los dos partidos en los que el suplente Óscar Jiménez ha sido titular, es un hecho que con Ochoa en el marco, el equipo que dirige Miguel Herrera adquirirá la seguridad que se tenía garantizad­a con el hoy jugador del Porto de Portugal.

Lo que sí adquieren los americanis­tas con el regreso de Ochoa es un verdadero ídolo. Lo vimos el mediodía del pasado martes con el tumulto que generaron un grupo de fans para recibirlo en el aeropuerto de la Ciudad de México.

Quizá Guillermo Ochoa sea el último gran ídolo del futbol mexicano… Algo así como lo fue Cuauhtémoc Blanco para ejemplific­ar con alguien que nos quede en el recuerdo cercano. Algo que nunca fue, pese a su talento y clase, Rafael Márquez. Algo que todavía no alcanza a ser, y quién sabe si lo llegue a ser, Giovani dos Santos, ahora que se ha enrolado también con las Águilas.

Cuando el éxito de los periódicos impresos solo se medía en las ventas en la calle y en los locales cerrados, Memo Ochoa era uno de los que más vendían portadas.

No voy a decir que el América se debe dedicar a explotar la imagen de este jugador para lograr vender entradas al estadio Azteca y camisetas y otros productos que forman parte de la muy buena oferta comercial asociada al futbol. Pero sí debe aprovechar­lo.

Al menos el rubro asistencia al estadio Azteca le ha generado a la directiva del América problemas evidentes. Es complicadí­simo que este equipo llene su inmueble, vamos, ni siquiera registra un promedio del 50 por ciento.

Pero antes de convertirs­e en una herramient­a exitosa en lo mercadológ­ico, Ochoa debe concentrar­se en lo deportivo. Eso es evidente.

Con Ochoa, América adquiere seguridad en la portería

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