México, víctima propiciatoria
S e llama víctima propiciatoria al animal sacrificado para aplacar la justicia divina, o para tener propicios a los dioses.
Mutatis mutandis (cambiando lo que deba cambiarse), nuestra condición de vecino pobre de Estados Unidos (EEUU), nos ha convertido en su víctima propiciatoria.
Víctima idónea para acrecentar sus bienes y para que sus presidentes justifiquen su política y obtengan el beneplácito de sus electores.
EEUU durante la Segunda Guerra mundial y las de Corea y Vietnam, para satisfacer la necesidad de sus soldados fomentó el cultivo en nuestro país de amapola y mariguana.
Esa es una de las causas de la drogadicción estadounidense, que se elevó exponencialmente en las décadas de los 60 y 70 con la subcultura hippie. Hoy es el primer consumidor de drogas.
Sin embargo, en vez de reconocer el problema como propio, culpa a México y a otros países de que envician a su población introduciendo drogas ilegalmente.
Con esa falacia impuso a México la responsabilidad de reducir la producción y el tránsito de enervantes y se reservó el derecho de evaluar los resultados para castigar o premiar: esto es la Certificación.
Naturalmente, eso no redujo el consumo, por lo que EEUU convenció a Calderón de emprender la guerra contra el narcotráfico; que Calderón aceptó para legitimar su presidencia.
Sin embargo, en vez de reconocer el problema como propio, culpa a México...
Mientras México sufre, por la guerra al narcotráfico, la cruel sangría por los muertos, desaparecidos, huérfanos, desplazados y los miles de jóvenes encarcelados; EEUU se beneficia vendiendo armas a nuestro ejército y a la delincuencia. Para colmo, ahora, Trump, nos amenaza con volver a la Certificación y a castigarnos por no parar la producción y el tránsito de enervantes.
Somos, pues, la víctima que debe inmolarse para que a EEUU no lleguen ni drogas ni migrantes y Trump pueda reelegirse.