Estar cerca de la gente
Qué importante es estar cerca de la gente. Conocer de manera directa las necesidades y peticiones de mujeres y hombres de todas las edades y niveles sociales. No es lo mismo hablarle a un ciudadano inexistente, que hacerlo de manera directa y cercana. Ese contacto directo y cotidiano es lo que permite mantener los pies en la tierra y en cada momento recordar el fin de la función pública, la cual consiste en servir a la sociedad y convertir a la política en un noble oficio. La vida sedentaria en las oficinas termina por atrofiar al gobernante. ¿Cómo conocer las demandas y dificultades que enfrenta cotidianamente la sociedad si los gobernantes
se separan de la gente en un nicho de privilegios? Eso tiene que terminar.
Por muchos años, la distancia entre sociedad y gobierno aumentó. Por muchos años, el gobierno solo escuchaba a unos cuantos. En cada proceso electoral, los candidatos acuden a la ciudadanía en busca del voto, pero una vez que son favorecidos con éste y asumen el cargo, literalmente, los gobernantes se olvidan de los ciudadanos que los eligieron. Las promesas, las demandas, las propuestas terminan en el cajón del olvido. El resultado de esta separación ha sido nefasto para la política y para nuestro país. El gobernante termina aislado en una burbuja de cristal y de privilegios que facilita cualquier tipo de excesos, derroches y fatuidades.
Este modelo déspota de ejercer la función pública ya no tiene cabida. Se acabó, fue derrotado por la propia sociedad. La población demanda, y con razón, mayores niveles de participación en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida pública. Desde aspectos simples de la vida cotidiana, hasta los grandes proyectos de obras de infraestructura que involucra grandes cantidades de recursos humanos y materiales, la sociedad demanda participar. El gobierno debe ejercerse teniendo como parte sustancial la participación ciudadana. No solo porque su involucramiento legitima las acciones, sino
Una vez asumido el cargo, los gobernantes se olvidan de los ciudadanos
porque del éxito de los proyectos y políticas públicas depende la participación social en éstos.
Soy un convencido de que la participación ciudadana debe tener como principios la democracia, la corresponsabilidad, la pluralidad, la solidaridad, la responsabilidad social, el respeto, la tolerancia, la autonomía, fomentar la cultura de la transparencia y la rendición de cuentas, los derechos humanos y la igualdad sustantiva. Solo así podremos dar una respuesta a la altura que merecen los ciudadanos.
Los mecanismos de participación son muchos y debemos realizar nuestros mejores esfuerzos para incorporar las mejores prácticas, como son la consulta ciudadana y la colaboración ciudadana en sus diversas modalidades; los mecanismos de rendición de cuentas y las contralorías ciudadanas; las audiencias públicas y los diálogos públicos con los servidores públicos; la integración de asambleas ciudadanas, comités vecinales y comités de participación de los pueblos originarios y comunidades indígenas. Hacer realidad la democracia participativa, el gobierno abierto y el presupuesto participativo.
De nada sirve hablar de los ciudadanos desde las oficinas gubernamentales, lo importante es estar cerca de la gente.