Elegir al buey
Sí. Conozco la frase, “La democracia es el menos malo de los sistemas políticos” atribuida a Winston Churchill. También recuerdo la de G. Bernard Shaw: “La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrupta por la elección de una mayoría estúpida”.
La democracia es la elección hecha por la mayoría, o por la minoría más numerosa. Entonces cabe preguntarse cuándo las decisiones de una mayoría resultan sabias, y cuándo son estúpidas. Mejor aún, ¿De qué depende que dichas decisiones sean correctas?
Existen evidencias en uno y en otro sentido. Estudios afirman que la racionalidad se pierde con el efecto manada. Muchas de las explicaciones sobre burbujas y crisis económicas abrevan de esta hipótesis. También los comportamientos de turbas enloquecidas o porras deportivas fanatizadas hasta la agresión son explicadas mediante la estupidez de las mayorías.
Por otra parte, existe la tesis de que las decisiones tomadas por las mayorías resultan mejores que las tomadas por minorías, quizás el libro más popular que apoya este argumento es “La Sabiduría de las Multitudes” (The Wisdow of Crowds, James Surowiecki. 2004).
El argumento principal son los resultados posteriores
Las mayorías toman decisiones sabias cuando la elección individual es independiente, informada y objetiva
de aquel experimento (1907) documentado por Francis Galton, donde en una feria ganadera una multitud concursaba por atinarle al peso de un buey. El promedio de todas las posturas individuales estuvo más cerca del peso correcto, que la postura individual del experto más atinado.
¿En qué quedamos? ¿Son las mayorías inteligentes o tontas? Afortunadamente, recientes investigaciones nos dan la respuesta. Todo depende del contexto y del proceso mediante el cual se elige. Las mayorías toman decisiones sabias cuando la elección individual es independiente, informada y objetiva.
Las mayorías toman decisiones estúpidas si la elección es interdependiente, sesgada, e influenciada.
En la situación actual ningún gobernante puede presumir que fue elegido por una mayoría moralmente superior. La propaganda de los políticos y de los gobiernos a veces nos hace elegir al buey.