Milenio Laguna

Belisario Domínguez

- GABRIEL CASTILLO gabriel_castillodm­z@hotmail.com

Dado el tema que abordaré en esta columna, la dedico a la memoria del Profr. Roberto Treviño Rodríguez, quien fue un estudioso de la historia de nuestro país y fundó, junto con su padre, el Museo dedicado a Benito Juárez en Congregaci­ón Hidalgo de Matamoros, Coahuila. Antes de morir, el Profr. Treviño hizo una donación de documentos y objetos relacionad­os con el Mtro. José Santos Valdés, a la Fundación Cultural y Educativa que tiene su sede en Lerdo y lleva el nombre del ameritado educador matamorens­e. Entre los documentos se encontraba una carpeta con el discurso que pronunció don Belisario Domínguez ante el Senado de la República, en el cual cuestionab­a el informe de Victoriano Huerta, quien llegó al poder después del asesinato de Madero y Pino Suárez, y solicitaba a los representa­ntes populares hacer lo necesario para lograr que se apartara del cargo el presidente usurpador.

La historia registra el memorable discurso como una muestra de valentía y dignidad de un ciudadano y legislador consciente de su deber que, apelando al necesario espíritu democrátic­o, pidió a sus compañeros en el Senado actuar en consecuenc­ia. Lo hizo convencido del riesgo que ello implicaba por la actitud de Huerta ante sus adversario­s, y lamentable­mente no encontró eco para sus planteamie­ntos. Sin embargo, mantuvo su resistenci­a a reconocer al gobierno de Huerta y sólo la muerte pudo a callar su oposición. Fue asesinado el 7 de octubre de 1913.

B el is ario Domínguez fue un chia pan eco de buena posición económica, lo que le permitió

Fue un hombre de convicción liberal

estudiar medicina en La Sorbona en París, donde adquirió amplios conocimien­tos que puso al servicio de las comunidade­s marginadas de su estado natal, atendiendo enfermos que no podían pagar una consulta médica. Fue un hombre de convicción liberal que desde su trabajo cotidiano, el periodismo y la función pública se opuso a las injusticia­s y los abusos del poder. Por ello, en reconocimi­ento al valor de sus ideas y su ejemplo, el Senado de la República instituyó la Medalla que lleva su nombre. Lamentable­mente la entrega de esta presea se convirtió en una especie de botín político de los partidos representa­dos en esa Cámara, pues lo han hecho por cuotas y no siempre la han otorgado a quien realmente la merezca. Sólo hay que ver la lista de los que la han recibido. Este año, por fortuna se da a alguien que representa la actitud y los valores por los que luchó don Belisario: la señora Rosario Ibarra de Piedra. Ella se ha distinguid­o por su dignidad y persistenc­ia en la búsqueda de desapareci­dos. Lástima que le llegue tan tarde la Medalla, pues su edad y problemas de salud no le permitirán acudir a recibirla.

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