Milenio Laguna

Segunda vez

- FRANCISCO VALDÉS PG.

L as primeras veces están sobrevalua­das. Las primeras veces de lo que sea. El primer beso o la primera nevada. Prefiero las segundas. Si son raras, mejor. Me explico.

Desde que empecé a ver aves, en el lejano 1983, me he regido por el más absoluto rigor. Al prin-cipio, solitario en mi pasatiempo, me faltaba compañía para rebotar ideas y afinar avistamien­tos. Si la identifica­ción de un ave no me satisfacía, pasaba al grupo “por identifica­r”, una categoría que, en lugar del desánimo, siempre fue acicate para nuevas salidas. Para insistir, para volver.

En el Cañón de Fernández vi al Zorzal de anteojos y al Zorzal cola canela en 1984. Son dos migratorio­s de costumbres terrestres, tan parecidos como raros. Ambos los vi aquel lejano 1984 seguido de muchos años de no verlos. Tanto tiempo que pensé que algo me había fallado, que quizá había sido un error o un sueño. Hasta que, en 1999 y en 2011 respectiva­mente los volví a ver. En el Cañón de Fernández.

Este segundo -y gozoso- avistamien­to lo hice ya con una experienci­a dilatada. En la observació­n de aves se avanza con la práctica y con la compañía. Tras 15 años -y en 27- yo ya no era el mismo. La segunda vez que vi a estos zorzales fue con William Beaty, amigo con cinco décadas de pajareo en toda América del Norte y el Caribe.

Da gusto confirmar lo visto hacía tantos años antes. Hace dos semanas Claudio, buen amigo, compartía una foto de un Zorzal de anteojos tomando un descanso en su casa del Campestre. El mismo gusto -esta vez vicario- fue como si lo hubiera visto.

Anhelo hoy volver a ver a la Alondra cornuda, cuya presencia fue común desde 1985 pero que en 2003 parece haber desapareci­do de la región. Era común en lo que hoy es Montebello, en Villa Juárez, en el Tanque Aguilereño, en La Posta. Mi último registro fue una parvada de cientos de individuos en la cortina de la Presa Francisco Zarco hace 16 años.

Observar aves es un pasatiempo pleno de gozos por las primeras veces que, de vez en vez, da paso a la nostalgia y al ansia por la segunda vez.

Son dos mi-gratorios de costumbres terrestres, tan parecidos como...

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