Milenio Laguna

CRÓNICAS URBANAS

Hace 20 años se conocieron en el Parque México, donde ella, quien ejerció el periodismo, daba clases. Los juntó el baile argentino y se convirtier­on en maestros y promotores. Para Maja el amor por México fue a primera vista

- HUMBERTO RÍOS NAVARRETE

LUIS M. MORALES ellos y sus alumnos hacen una demostraci­ón del baile frente al Parque Naucalli, en Naucalpan, Estado de México.

— Una danesa mexicana orgullosam­ente por naturaliza­ción; y es que México, la verdad — añade una Maja sonriente—, tiene tantos valores tan bonitos; mi país lindo y querido que me adoptó. Y sí, efectivame­nte, un mexicano y una danesa enseñando tango argentino. —¿Y por qué no el danzón? —También me gusta —responde Maja—, pero el tango argentino es seductor; lo que es el auténtico tango argentino, que no es lo que vemos en los bailes de salón. ¡Es el abrazo, es la intimidad de bailar con una pareja, que puede ser con tu pareja personal, íntima, o cualquier otra. —Es sensual…

— Sí, por eso hacemos la referencia, muy sensual. Es una delicia. Uno lo disfruta y se olvida de todo lo demás. Lo que recuerdo es que mis abuelos se conocieron en salones de baile de Copenhague. ¡También bailaron tango, lo que era este ritmo en ese momento de los 30 en Europa!

La pareja ofrece clases en la capital del país y otras partes, como Puebla, y ya crearon la Asociación de Tango de México, “para que haya más accesos en espacios públicos a bajos costos”. Esto es importante, coinciden Maja y Alfredo, “porque el tango tiene que ser visible”.

En Ciudad de México hay más de 2 mil personas que participan en clases y milongas, comenta Maja, quien aspira a que esta práctica se extienda en todo el país. El primer proyecto ya funciona en Puebla.

Pero el dinero no alcanza con sus clases de tango, de modo que Alfredo se convirtió en socio conductor de Uber, mientras ella aprovecha su vasta experienci­a como catadora de café.

— ¿ Es un complement­o ser conductor?

— Así es. Mira: la clase dura hora y media y hay veces que solo tengo una al día; entonces me queda mucho tiempo libre. —Es un pasatiempo.

— Es un apoyo económico, porque ahorita todos necesitamo­s dinero.

Alfredo y Maja son dos fanáticos del tango que hacen esfuerzos para que la cadencia de ese ritmo argentino llegue a espacios públicos. Por eso, como dicen ellos, tango para todos.

Como el dinero no alcanza, Alfredo conduce un Uber y ella aprovecha su experienci­a: es catadora de café

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