Baja California
La
noción de un Estado legal democrático es la clave para resolver las tensiones entre las ideas de un Estado moderno y de democracia. La importancia reside en la noción de un sistema de poder circunscrito cuyo cometido es respaldar un conjunto específico de regulaciones y controles que se impone a gobernantes y gobernados por igual. A los gobiernos se les confían las capacidades del Estado en la medida en que mantengan el imperio de la ley. La igualdad de todas las personas ante la ley y la protección de todos los ciudadanos del uso arbitrario de la autoridad política y el poder coercitivo son condiciones sinequanon.
La idea de la democracia deriva su poder e importancia de la idea de la autodeterminación. Es decir, la noción de que los ciudadanos deben poder elegir libremente y que sus elecciones deben constituir la legitimación básica de la forma y la dirección de la colectividad política.
Según Holmes, no precisamente Sherlock, sería suicida que una democracia eligiera destruir el marco en el cual se pueden manifestar los desacuerdos y resolver los conflictos por medios no violentos.
Hoy Baja California vive un torbellino jurídico-político-electoral ante lo que parece ser una ( mala) interpretación de la ley sobre el mandato por el cual fue elegido Jaime Bonilla en la reciente elección. En un
Decisión de la Corte sentará precedente en el futuro político
ejemplo de desaseo, pésimo manejo de una crisis y deplorable control de daños por parte de los involucrados en el caso de la ampliación de un mandato de dos a cinco años, se logró desencadenar un conflicto dentro de Morena, otra raya más al mentado tigre, estallando el escándalo en el despacho presidencial y obligando a Andrés Manuel López Obrador a fijar postura descalificando, con una genuina dosis de pena ajena, la consulta del pueblo bueno y sabio bajacaliforniano para decidir un asunto constitucional.
El caso terminará en la tremenda Corte en momentos donde tampoco brilla la ausencia de conflictos, el protagonismo, la salpicadera y escándalos entre sus impecables togas. Tocará a los ministros decidir no solo la legalidad de la duración de un mandato sino que se sentará un precedente por lo que el fallo deberá ser acatado para evitar una crisis constitucional y de gobernabilidad.
Ni más, pero ni menos.