Milenio Laguna

“Mientr “Mientras aquí reviven precioseci­os de garan garantía, en otros países crean gra granjas verticales”

- Valeria Moy

De repente es necesario tomar distancia. Hacer una pausa de la rutina y hacer cosas distintas que nos dejen ver que hay un mundo más allá del que ocupa nuestros días. Escuchar las conferenci­as mañaneras diarias del presidente López Obrador nos podría dar la impresión de que la vía más eficiente para resolver los problemas del campo mexicano son los precios de garantía. Ver lo que sucede en la CRE, en la Secretaría de Energía o en la CFE podría hacernos creer que la única fuente de energía para el país es el petróleo. Observar la consulta que se hizo el fin de semana en Baja California nos haría pensar que quizás la población que votó en las pasadas no distingue entre el número dos y el número cinco.

Ver que hay cosas más allá de nuestros temas usuales de debate es una bocanada de aire fresco. Quizás también sea una fuente de frustració­n posterior. Ya sabemos que estamos inmersos en los inicios de una revolución tecnológic­a que no somos aún capaces de dimensiona­r. Sabemos también que los trabajos del futuro requerirán habilidade­s distintas a las que tenemos hoy y sobre todo distintas a las que se les están enseñando a los niños en el sistema educativo actual.

Acabamos de revivir en México el programa de precios de garantía que ya se había implementa­do en los 70 y los 80 con malos resultados. En teoría, algunos de los problemas asociados al programa de antaño —como la extensión máxima de los terrenos— fueron corregidos; pero la solución acarreará otros problemas como la subdivisió­n de parcelas. Al privilegia­r cultivos intensivos en agua, promovemos la deforestac­ión y el deterioro del medio ambiente.

Mientras tanto, en otras latitudes experiment­an con la agricultur­a vertical, industria que está creciendo a una tasa de 25% anual. Las granjas verticales —construida­s en medio de las ciudades— permiten el cultivo con 90% menos agua que la agricultur­a tradiciona­l. Además, son monitoread­as con pequeños sensores y cámaras que detectan con precisión qué nutriente requiere cada una de las plantas. Resuelven, además, el tema del transporte y las enormes distancias que hoy recorren los alimentos antes de llegar a las mesas de los consumidor­es.

Las granjas verticales pudieron crearse gracias a la colaboraci­ón de científico­s de diferentes áreas. Hoy, a través de la utilizació­n de big data y machinelea­rning se hacen más eficientes y generan, a su vez, otras industrias. Para varias empresas esto no es el futuro, es su presente. Plenty y Aerofarms son un par de ellas. Iron Ox surge para surtir de robots especializ­ados a esta industria, máquinas capaces de mover las plantas y hacer ajustes cuando sea necesario.

Pero si queremos ver un poco más allá podemos ver lo que están haciendo Redefine Meat, una empresa israelí, que puede imprimir carne. Toma la tecnología de las impresoras en 3D e imprime una matriz de proteínas, agua y grasa, que replica el sabor y la textura de la carne. Y si nos queremos alejar aún más, pensemos en otra empresa aún en fase experiment­al basada en Singapur que imprimirá la comida que tu organismo necesite de acuerdo a la informació­n de salud que tus propios dispositiv­os le proporcion­an.

El futuro nos alcanzará y pretendere­mos que no nos dimos cuenta.

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