“Entre bárbaros y mal educados”
¿Cuántas veces hemos dicho al ver vandalizada o maltratada una obra pública de utilidad comunitaria; ¡qué bárbaros! ¡Qué mal educados son!? Esta obra puede ser una plaza, una cancha deportiva, un gimnasio polifuncional, una línea verde, una introducción de drenaje, un bosque urbano, un biblio-parque, una escuela o un centro de salud.
¿Cuántas veces la autoridad municipal, estatal o federal diagnostica y jerarquiza las necesidades de las personas -de niños a adultos mayores- sobre la obra pública por implementar en su comunidad? ¡Nunca!
¿Cuántas veces ellas involucran a esas personas en la elaboración del diseño arquitectónico, el costo de la construcción y la justificación de la utilidad comunitaria de esa obra pública? ¡Nunca!
¿Cuántas veces ellas hacen corresponsables a esas personas del cuidado y la evaluación periódica de la obra pública terminada? ¡Nunca!
¿Porqué esas autoridades no cumplen esos 3 criterios elementales para asegurar la cohesión comunitaria y la apropiación responsable de la obra pública por parte de la comunidad? Y para que no sea vandalizada o maltratada.
Por 6 razones: (1) no confían en la dignidad, convicción e inteligencia colectiva de la gente marginada o no. (2) No problematizan su posición de poder como autoridad; vertical y clasista. (3) No cuestionan su incapacidad para dialogar con la gente de manera horizontal y empática para impulsar un modelo como el aquí propuesto.
(4) No quieren transparentar -o discutir- el costo de la obra con la gente so pena de eliminar la corrupción que acompaña la misma. (5) No buscan empoderar a la comunidad a partir de darle un rol protagónico en el diseño, implementación y cuidado responsable de la obra pública.
(6) No pueden ignorar la relación entre obra pública, clientela partidista y rentabilidad electoral a un proyecto político.
¡Sorpresa! La 4aT dará continuidad al modelo tradicional de corte prianista; aunque la obra pública sea vandalizada y maltratada, una y otra vez. Y nosotros, indignados, exclamemos: ¡qué bárbaros! ¡Qué mal educados son!