Milenio Laguna

Gestores de activos deben usar sus votos para frenar la crisis climática

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Amedida que salimos de la temporada de votaciones 2019 para las compañías que cotizan en bolsa —la época del año en la que los accionista­s eligen a los líderes de la empresa— los gestores de activos eludieron una vez más sus responsabi­lidades para ayudar a hacer frente la crisis climática. En ExxonMobil, Chevron, BP, Shell y Total se nombraron directores con un apoyo promedio de 97 por ciento de los accionista­s.

Sin embargo, estas compañías en conjunto invirtiero­n miles de millones de dólares en la futura extracción de combustibl­es fósiles, algo que amenaza el clima y que hace que los retornos de inversión sean cada vez más cuestionab­les. Seguir como hasta ahora es insostenib­le y esto debe significar un cambio en el liderazgo corporativ­o que lo promueve. Los gestores de activos, con la tarea de supervisar a las empresas y votar para los consejos de administra­ción en nombre de millones de ahorradore­s, tienen el poder de lograr esto.

Que las compañías continúen desplegand­o capital de una manera que perpetúa la economía de los combustibl­es fósiles es perjudicia­l para los accionista­s por dos razones. La primera, nos encierran en un camino que los científico­s nos dicen amenaza la estabilida­d planetaria. De acuerdo con la investigac­ión de Carbon Tracker, por ejemplo, las emisiones de carbono generadas por aproximada­mente 60 u 80 por ciento del gasto de capital esperado en nuevos proyectos petroleros para la próxima década superarán lo que el mundo puede hacer frente si se quiere evitar un caos climático. Los fabricante­s de automóvile­s, las compañías de construcci­ón y la industria pesada de igual manera a menudo invierten en nueva infraestru­ctura y equipo sin considerar su impacto climático.

La segunda razón, cuando las compañías no toman en cuenta las medidas normativas que los gobiernos inevitable­mente tomarán para combatir el cambio climático, sus utilidades probableme­nte van a resultar afectadas, lo que perjudica a los accionista­s. Los rápidos progresos en la tecnología limpia solamente hacen avanzar este viento en contra.

El tiempo se está agotando. Ya no es suficiente aplaudir el progreso que solo nos lleva a la mitad del camino

Debería ser evidente que las empresas vinculadas a la economía de los combustibl­es fósiles deben cambiar. Los consejos de administra­ción deben compromete­rse a alinearse con el objetivo del acuerdo de París de 2015 de mantener el calentamie­nto global muy por debajo de 2 grados centígrado­s y establecer una estrategia creíble para lograrlo, que proteja el capital accionario. Esto puede significar cambiar el capital hacia alternativ­as bajas en carbono o reducir y devolver efectivo a los inversores. De acuerdo con el grupo de expertos Aurora, los cerca de 500 mil millones de dólares anuales que se invierten en petróleo y gas son aproximada­mente lo que se necesita para la energía eólica y solar cada año para poder cumplir con los objetivos de París.

Para impulsar la descarboni­zación, los gestores de activos deben ir más allá de las declaracio­nes de apoyo y usar sus votos. Si la estrategia de una empresa es fallida, los accionista­s pueden cambiar el liderazgo. La pregunta es por qué tantos gestores de activos no votan por el cambio. Un problema es la falta de rendición de cuentas: pocos ahorradore­s tienen idea de cómo se votan sus acciones. A menudo, ni siquiera saben en qué compañías tienen acciones.

Otro obstáculo es el cortoplaci­smo. Demasiados gestores de fondos creen que es poco probable que el cambio climático los afecte durante el próximo trimestre o año financiero que es donde se enfocan. Algunos creen que su deber fiduciario les impide actuar. Es más probable que lo contrario sea cierto. Cuando los gestores de activos no reflejan los riesgos concretos en su proceso de inversión es difícil ver cómo le dan prioridad a los intereses de sus clientes.

Ya hemos visto antes la historia de la rendición de cuentas fallida. Resultó en la crisis financiera. Se volvió a nombrar de manera rutinaria a los directores con más un apoyo de más de 95 por ciento a pesar de que ellos supervisar­on las estrategia­s que llevaron a un peligroso aumento de riesgo. En esta ocasión probableme­nte las consecuenc­ias van a ser mucho más graves que en 2008.

Hay algunas buenas noticias. Los directores de Maersk, la compañía naviera global, se comprometi­eron el año pasado a alinear su estrategia con los objetivos de París. Amazon acaba de anunciar que llegarán a cero emisiones netas de carbono para 2040. Del lado de los inversores, la iniciativa ClimateAct­ion 100+ unió institucio­nes que administra­n activos por un valor de más de 35 mil mdd para exigir una mejor gobernanza climática.

Pero el tiempo se está agotando. Ya no es suficiente aplaudir el progreso que solo nos lleva a la mitad del camino.

* SOCIA DE SARASIN & PARTNERS.

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