Lamentar y prevenir
Es inevitable no escribir acerca de las muertes de la maestra y el niño ocurridas recientemente, porque la tragedia rebasa el ámbito familiar y se extiende a la sociedad.
Entre las reflexiones que este drama ha motivado, destacan, por su pertinencia, el atribuir la responsabilidad a la descomposición del tejido social, y la de considerar al niño como víctima y no como victimario.
Para algunos pensadores la esencia de la tragedia es su inevitabilidad; esto es, que lo que esté predeterminado que ocurra, ocurrirá indefectiblemente.
Pero aparte de toda especulación filosófica, como comunidad organizada todos tenemos la obligación cívica y moral de prevenir y remediar los males privados y colectivos.
Es obvio que la tarea que compete a todos es la prevención. Hasta ahora, como medida inmediata se ha planteado la revisión de mochilas; y como acción mediata el fortalecimiento de los valores éticos.
Pero si la participación social se reduce a eso, lo más probable es que pronto pase la conmoción colectiva y el drama sólo persista en los directamente afectados.
Hasta ahora, como medida inmediata se ha planteado la revisión de mochilas; y como acción mediata el fortalecimiento de los valores éticos
Para evitar el olvido, las sociedades de padres de familia, las de directores y docentes de escuelas y universidades deberían de emprender la creación de una política pública de prevención.
Para estructurarla deberá de estudiarse lo siguiente: Las causas de la violencia y los suicidios en las escuelas. Las características de los jóvenes susceptibles a cometer esos hechos. Las acciones remediales emprendidas en el país y en el extranjero.
Con el resultado del estudio hacer un programa de acciones propositivas, y sobre todo flexibles para que cada familia y escuela
_ ponga en práctica las que estén al alcance de sus posibilidades.
Lo importante en la prevención es la perseverancia, la medición de resultados y el perfeccionamiento de los métodos.