Los gritos en Nueva York
LaGran Manzana fue escenario de la disputa entre mexicanos que se acusan de ser chairos o fifís. La tragedia nacional convertida en espectáculo callejero. Disputa que en breve escaló a las redes sociales.
Vale la pena detenernos y reflexionar si así es como queremos mostrarnos dentro y fuera de México. Como dos bloques que se confrontan, que se insultan y faltan al respeto.
Quienes protestaron contra Xóchitl
Gálvez no son pagados por Morena, son parte de Morena, les encanta mostrar su respaldo al presidente López Obrador y a la 4T en distintas partes de Estados Unidos. Son quienes lo reciben cuando viaja a ese país, le llevan serenata al hotel donde se hospeda, llevan mantas, sombreros y una buena porra. Y sí, también les gusta insultar. He tenido un par de confrontaciones con ellos, porque sin conocerme me han insultado en la calle.
La primera vez que me agredieron a gritos, afuera de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, decidí acercarme a ellos, dialogar y les mostré mi trabajo. No estaban tan contentos de que no era un youtubero lamebotas, pero entendieron que tampoco era un golpeador. Que hacía mi trabajo y que daba voz a todos. Nos dimos la mano y me retiré sin ningún contratiempo.
Todos somos mexicanos y creo que lo que queremos es lo mejor para México. Por eso me dio tristeza ver cómo se confrontaron los manifestantes de Nueva York con Rafael Elías, uno de los asesores de Xóchitl Gálvez. El personaje les dio la razón. Se salió de sus casillas, empezó a hablar de su ropa y hasta les sacó la cartera. Una muestra de que el dinero no lo hace mejor persona, al contrario.
Los gritos de Nueva York evidenciaron la cerrazón que hay en los dos bandos por dialogar, por encontrar soluciones a los problemas que nos aquejan a todos, por reconocer lo que el líder de uno o el otro hace bien. Y lo que en conjunto deben exigirle a quienes los representan o quieren representarlos.
Ir a defender un proyecto político o insultar a otro no abona en lo que los ahí presentes deberían estar impulsando: cambios verdaderos que permitan que solo el que quiere migrar se vaya. Porque si las cosas estuvieran tan bien acá, ¿no ya hubieran vuelto?
Se los he preguntado a la cara. Reconocen que su respaldo al Presidente o a la 4T no quita los pendientes y los retos a los que se enfrentan a diario sus familiares en México, por eso ellos deben seguir allá.
Todos somos mexicanos y lo que queremos es lo mejor para el país