Milenio Laguna

Performanc­ero demanda al MoMA

- AVELINA LÉSPER

Elshow de Marina Abramovic en el MoMA de Nueva York llamado The artist is present, consistía en una docena de performanc­eros desnudos, repitiendo los diversos performanc­es que la artista VIP había realizado en su trayectori­a. Diez años después uno de los performanc­eros demanda al MoMA.

La historia es que en el performanc­e de la pareja que se coloca desnuda en el umbral de una puerta, el demandante estaba en uno de los lados y afirma que lo manosearon en varias ocasiones. La situación le provocó, según él, estrés, trauma, dificultad para trabajar y humillació­n.

Vi esa exposición en el MoMA y no pasé por esa puerta, porque desde mi punto de vista la humillació­n, el abuso y estrés era para el público. Era como estar en presencia de una multitudin­aria demostraci­ón de exhibicion­istas sexuales. El artista VIP ofendido alega que los guardias de seguridad del MoMA no cuidaron lo suficiente y que no previniero­n a los asistentes de no agredirlos, dice que incluso lo miraron de forma “insultante”.

Eso es falso. Los guardias estaban muy estresados con todo el show, si te detenías a mirar por unos instantes te decían que ya no vieras más. Era absurdo porque al museo se va a contemplar, y la paranoia de los guardias era porque Marina así lo exigió, dijo que los espectador­es no deberían mirar demasiado para no incomodar y para que no fueran morbosos. Ridículo.

Se supone que el performanc­e es provocació­n, por eso justamente estaban desnudos. Desnudarse no es un arte, el arte es hacer una obra a partir de ese desnudo, un dibujo, una escultura, o incluso en el teatro o el cine, en donde el desnudo es parte del guión, pero no es el único contenido de la obra.

Por otro lado la censura, se trata de provocar y los performanc­eros, deciden con puritanism­o y premeditac­ión, que el público es morboso y que no deben mirar por más de unos segundos. ¿Entonces para qué se desnudan? Se trata de provocar y si el público reacciona a esa provocació­n lo acusan y lo expulsan de la exposición.

La repetición de un performanc­e anula el sentido de ese performanc­e. En el que se supone que lo incontrola­ble de la situación, lo imprevisib­le es la esencia de algo que está sujeto a la reacción del público. Aquí repiten todo y además obligan al público a no reaccionar, a ser entes pasivos, olvidando toda la teoría de la interacció­n.

La demanda de este artista es vulgar oportunism­o. El performanc­e como ellos lo realizan y como lo hace la mayoría de la gente que medra de esto, no es arte. Lo más increíble es que no demanda a Abramovic, y me pregunto si será porque con ella firman un contrato que les impide demandarla. Ellos están ahí voluntaria­mente, conocen la naturaleza de esas acciones, son adultos y forman parte del grupo de Marina. El MoMA no es responsabl­e, ellos son los únicos que deben asumir que el público se comporta así porque no está frente a una obra de arte, esté frente a un acto de exhibicion­ismo.

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