Milenio Laguna

Por el gusto de correr y ayudar

Especial. Fue hasta la edición 2022 que se animó a correr su primer Maratón Lala; “para mi segundo maratón me disfracé de Forrest Gump, a la gente le gustó mucho”

- CARLOS HERNÁNDEZ CASTREJÓN TORREÓN

Muchos corredores de distancias cortas o largas, sean de menos de 5 kilómetros o maratón, no se explican de dónde les nace el gusto por correr, pero otros tienen bien definidos sus propósitos y objetivos a conseguir a mediano o largo plazo.

En el caso de Jesús Edgar González Oviedo ha desarrolla­do el gusto por correr para contribuir de esa manera a mantener la salud de su cuerpo y en poco tiempo se ha convertido en un maratonist­a que busca ayudar a otros, sacando provecho al esfuerzo de cubrir la ruta del Maratón Lala.

A sus 31 años, en realidad es poco el tiempo que lleva corriendo formalment­e, pues a finales de 2019 fue cuando se decidió a entrenarse por su cuenta, pero se atravesó la pandemia y las limitacion­es de salir a las calles pospuso su inicio. En agosto de 2020 comenzó a salir dos o tres veces a la semana, sin tener idea de qué hacer, sin ropa adecuada para hacer ejercicio.

A inicios de 2021 se enteró de la convocator­ia de una carrera de 10 kilómetros. “Tenía una aplicación en el teléfono que me permitía hacer planes de carreras, llevando mi registro y desde esa competenci­a fue que empecé a correr con toda seriedad”.

Edgar afirma que le nació por gusto propio correr, pues recién ingresó a trabajar, su salida a las 23:00 horas lo llevó a tomar malos hábitos al llegar tarde a casa. “Me levantaba tarde, así que sentí la necesidad de hacer ejercicio. Cuando comencé a correr lo hice por la mañana, más temprano, así que no me desvelaba tanto, comencé con esa carrera, luego con medios maratones, luego salté al Maratón Lala”.

Cuando salió la convocator­ia para el Maratón Lala de 2021, no se animó porque sabía que no estaba listo, no tenía el proceso de preparació­n, su cuerpo no estaba listo para hacer una distancia larga. Fue hasta la edición 2022 que se animó.

“Mi primer maratón fue complicado, sí estaba muy concentrad­o, pero nervioso y emocionado al mismo tiempo porque me había propuesto correrlo, me había esperado un año y lo dediqué a mejorar, a generar mayor resistenci­a, me acostumbré al ejercicio constante. Fue un año de hacer otras carreras, medio maratón, estaba muy concentrad­o con mi plan y mi debut fue una bonita experienci­a”.

El esfuerzo

Edgar recuerda que tuvo todas las emociones que se pueden sentir en el maratón, triste porque en un momento sintió que no iba al ritmo que quería, iba pegado al grupo de 6 kilómetros por minuto. “Luego del kilómetro 30 me pegó el cansancio, el sol, la deshidrata­ción; llegué a lo que se conoce como el muro, ahí empiezo a bajarle, sentí frustració­n, lloré sin que me salieran lágrimas porque estaba deshidrata­do en esa parte del Campestre, la más pesada, porque antes de entrar a la colonia uno piensa que me quedan 10 kilómetros, pero correr esa distancia con 30 a cuestas, para los maratonist­as profesiona­les no es nada, pero para uno, con ese cansancio es difícil. Al final iba agotado, pero nunca hubo dolencia ni calambre, sentía las piernas pesadas, me sentía tenso. Tuve que detenerme como tres veces por el Campestre con los paramédico­s, pero nunca quise abandonar, no iba a dejar todo esos meses de preparació­n y dedicación al máximo”.

La recompensa

No tiene la menor duda de que al final llega la recompensa, pues el último tramo lo ha sentido fácil: “Uno quiere terminar y se siente muy bien, todo lo que haces en meta, no importa el tiempo, es terminar, esa es la gran recompensa, porque uno nunca se imagina recorrer tantos kilómetros a pie”.

Nueva motivación

Luego de ese maratón, Edgar tenía contemplad­o hacer 200 kilómetros al mes en distintos entrenamie­ntos, pero luego del maratón hubo dos meses donde no sintió motivación de seguir haciendo carreras. Mi promedio de kilómetros se fue abajo, creo que se debe a que cuando regresé a correr lo hice con el objetivo de hacer quizá un maratón, así que luego sentí la falta de un nuevo objetivo, aunque más tarde me puse a pensar que podía mejorar, que estuvo bien que no me acalambré ni tuve una lesión, así que volví”.

Para su segundo Maratón Lala, Edgar optó por utilizar un atuendo, eso nació en el trabajo, veía a la gente que se disfrazaba de distintos personajes para correr, así que quería hacer lo mismo, pero de una manera que no fuera común. Pensó en el clásico Forrest Gump, “es un personaje importante, clásico y la frase de ‘corre Forrest, corre’, mucha gente la conoce, así que para mi segundo maratón me disfracé de él, compré la peluca con barba, la gorra de Buba Gump no llegó, pero usé una que fue pintada

_ a mano por mi novia. A la gente le gustó mucho, me gritaban en el trayecto, incluso jóvenes que identifica­ban el personaje que asemejaba. Dentro de la diversión se hace menos pesado.

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