Milenio Laguna

El eclipse de 2024: la Semana Santa

- FERNANDO FABIO fernandofs­anchez@gmail.com

Enla entrega del sábado pasado, la umbra del eclipse del 8 de abril se quedó estacionad­a en la Isla Socorro, a 600 km de la costa de nuestro país, hacia las 11:52 de la mañana, hora de Nazas, Durango.

Desde la isla del auxilio, la umbra se desplazará­hastalasIs­lasMarías: SanJuanito, María Madre y María Magdalena. Y, como un cañón inverso de luminosida­d sobre un escenario, desvelará, para nosotros, un drama. Una semana después de Semana Santa, la umbra cubrirá la Isla de San Juanito, el apóstol más joven, a quien

Cristo le encargó a su madre, y envolverá la Isla de María Madre simultánea­mente a la Isla de María Magdalena, como un abrazo entre mujeres que se consuelan, porque no hay dolor más grande que perder a un hijo.

Quién hubiera dicho, siglos antes cuando las islas recibieron sus nombres, que, justo después de Semana Santa en el 2024, reviviríam­os el drama al pie de la cruz en el Gólgota y que la luz y la sombra volverían a coincidir en la tierra y en el cielo como aquella increíble vez. En ese cruce transversa­l, pensemos también en los hombres y muajeres que estuvieron presos en la penitencia­ría de la Isla María Madre, ahora parte del pasado.

Qué espectácul­o habrían visto en su prisión de agua, confirmand­o que las cosas más bellas no poseen un precio y que el universo otorga sus pruebas y tesoros a quien él decide, de acuerdo con su inescrutab­le albedrío.

Y mientras eso se verá sobre las islas, podríamos hacernos la pregunta: ¿qué está pasando en el cielo?

Si fuéramos el Sol, veríamos la llamada esfera azul rodando, moviéndose alrededor de nosotros como jalada por un cordón, desde la derecha hacia la izquierda.

Y esa esfera azul traería consigo una esfera más pequeña, girando sobre sí también, llena de cráteres, plateada, que a veces la ilumina el Sol por completo y, en otras, solo en partes, como si estuviera hecha de gajos.

Y la Luna iría ascendiend­o por su propia órbita, luego de dar una vuelta a su rodante madre azul y a quien le muestra el mismo rostro siempre. Así, hasta postrarse entre nosotros (que somos el Sol) y la Tierra.

Y la Luna, tan pequeña como la piedra de un anillo, se iluminaría por completo como un foco, porque miraría a su gran padre.

Mientras que allá abajo, del otro lado, en la Tierra, dibujaría un lunar sobre la piel de agua y roca (la umbra). Y sobre la piedra y la roca, para los ojos que la ven en el cielo, la Luna sería un hermoso disco de obsidiana, un hoyo de oscuridad, tan grande que cubriría al Sol.

Y la luz y la sombra dejarían las islas de María, romperían su prisión como un náufrago que llega nadando, libre al fin, redimido, al puerto de Mazatlán.

¿Qué está pasando en el cielo?

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