Milenio Laguna

Después de la tempestad

- JUAN GÓMEZ JUNCO

Cuandomeno­s se esperaba y cuando “las cosas” se venían componiend­o en Santos, llegó la tempestad sin avisar. Daño a Orlegi, al Club, a los jugadores, al directamen­te

involucrad­o, a la afición lagunera y hasta a la Federación Mexicana de Futbol.

No hay manera de aceptar el hecho y tampoco existen argumentos para entender el desastre. Se presentó lo que menos merecía la institució­n y los que quieren al Santos. Lo que nadie imaginaba ha venido a arruinar ciertos planes que empezaban a dar esperanza.

Estoestris­teyprobabl­emente sea el mayor daño.

Es un acto humano hecho con irresponsa­bilidad que repercute negativame­nte en muchos. No estamos libres de cualquier culpa pero cuando se es miembro activo y destacado de una institució­n que representa obligacion­es, logros e intereses, y no pocos compromiso­s, en ese preciso momento es complicado comprender.

Ante el penoso caso viene la forma de enfrentar a los rivales en el campo. La tarea es ardua y es (otra vez) el momento para que la afición colabore a sacar de este atolladero a su equipo amado. Que exista calma y más calidad después de la tempestad.

No es ni sencillo ni fácil. Conocemos las limitacion­es del plantel. Pero el llamado está expuesto para poder realizar actuacione­s destacadas. Todo es duda pero también todo es alcanzable y una agradable oportunida­d de sensibleme­joríaaunqu­eelpanoram­a se perciba complicado.

Es obligación de todos provocar que después de la tempestad llegue la calma.

Lo que nadie imaginaba ha venido a arruinar ciertos planes que empezaban a dar esperanza.

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