Después de la tempestad
Cuandomenos se esperaba y cuando “las cosas” se venían componiendo en Santos, llegó la tempestad sin avisar. Daño a Orlegi, al Club, a los jugadores, al directamente
involucrado, a la afición lagunera y hasta a la Federación Mexicana de Futbol.
No hay manera de aceptar el hecho y tampoco existen argumentos para entender el desastre. Se presentó lo que menos merecía la institución y los que quieren al Santos. Lo que nadie imaginaba ha venido a arruinar ciertos planes que empezaban a dar esperanza.
Estoestristeyprobablemente sea el mayor daño.
Es un acto humano hecho con irresponsabilidad que repercute negativamente en muchos. No estamos libres de cualquier culpa pero cuando se es miembro activo y destacado de una institución que representa obligaciones, logros e intereses, y no pocos compromisos, en ese preciso momento es complicado comprender.
Ante el penoso caso viene la forma de enfrentar a los rivales en el campo. La tarea es ardua y es (otra vez) el momento para que la afición colabore a sacar de este atolladero a su equipo amado. Que exista calma y más calidad después de la tempestad.
No es ni sencillo ni fácil. Conocemos las limitaciones del plantel. Pero el llamado está expuesto para poder realizar actuaciones destacadas. Todo es duda pero también todo es alcanzable y una agradable oportunidad de sensiblemejoríaaunqueelpanorama se perciba complicado.
Es obligación de todos provocar que después de la tempestad llegue la calma.
Lo que nadie imaginaba ha venido a arruinar ciertos planes que empezaban a dar esperanza.