Milenio Laguna

Manual del candidato

- ENRIQUE MARTÍNEZ Y MORALES emym@enriquemar­tinez.org.mx

Arrancóya el proceso electoral federal en todo el país para renovar la presidenci­a de la República y la totalidad de las dos cámaras del Legislativ­o. En total se elegirán más de 19 mil cargos, incluyendo las elecciones locales, lo que significa que, consideran­do los suplentes, serán más de 38 mil los candidatos que andarán tocando las puertas para pedir el voto en todo el país.

Durante siglos se han escrito libros, tratados, leyes, reglamento­s, tesis y un sin fin de documentos, sobre qué debe y qué puede decir y hacer un candidato. De hecho, un texto de los más antiguos que se tiene registro se lo escribió Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco en el contexto de su elección a cónsul en la República Romana y data de hace más de 2 mil años.

Aunque he estudiado al respecto y participad­o activament­e en varias campañas, en algunas incluso como candidato, no pretendo en este espacio dictar una cátedra al respecto. Solo mencionaré algunas acciones que, en aras de fortalecer nuestra democracia, creo no deben realizar quienes anden tras el voto popular.

La política es una actividad muy desprestig­iada. Y más allá de los escándalos de corrupción de unos cuantos, lo que más abona a esta percepción negativa es la falta de seriedad de algunos políticos al abordar temas trascenden­tales. En ocasiones las campañas se convierten en subastas de disparates y propuestas inviables. A veces, no es popular decir la verdad, pero a la larga es la mejor estrategia para ganar la confianza de los electores.

Cuando las campañas se sumergen en un lodazal en el que sus actores se arrojan cubetadas de inmundicia, la sociedad se decepciona y pierde interés. Lo que quiere escuchar son soluciones, no ataques entre los candidatos. Le interesa saber más las razones para votar por una opción que las de no votar por el adversario. Al fin de cuentas, la vida de un político está en un escaparate y no es difícil conocer sus antecedent­es.

Las elecciones fortalecen a la democracia y un comportami­ento digno de los candidatos robustece los procesos electorale­s. Se valen los bailes que alegren y las innovacion­es que atraigan, sin caer en lo ridículo que desprestig­ie la figura.

Campañas de altura, serias y propositiv­as motivarán una mayor participac­ión ciudadana y una democracia más madura.

La política es una actividad muy desprestig­iada

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