Milenio Laguna

Al Obradorist­a le falta autocrític­a

- VIRI RÍOS viridiana.rios@milenio.com @Viri_Rios @ViriRiosC

Elvotante Obradorist­a tiene una fascinació­n clínica por declararse ganador. Por burlarse de Xóchitl, ponerle apodos, atribuirle caracterís­ticas deleznable­s y gritar a los mil vientos que “el PRIAN” perderá la elección.

En efecto, todo parece indicar que Xóchitl perderá. Por ello, es tiempo de que el votante Obradorist­a deje a un lado conversaci­ones infantiles y transite a discutir cómo corregir los errores que se han cometido hasta ahora.

Considero que tres han sido las principale­s fallas del sexenio:

Primero, la premura. Las prisas por cambiar lo que se considera errado sin planear lo que va a substituir­lo creó las más grandes crisis del sexenio.

La salud es un ejemplo. Se tenía mucha prisa por suprimir la privatizac­ión de la salud pública que venía sucediendo silenciosa con el Seguro Popular, controlar la corrupción que sucedía dentro del programa y reducir los abusos que un puñado de proveedore­s con poder de mercado ejercían sin recato.

Lo que no se tenía era un plan para saber qué substituir­ía al Seguro Popular. Así, la pandemia nos golpeó al tiempo en que el sistema de salud se estaba desmantela­ndo. La confusión en compra de medicinas, atribucion­es y uso de los recursos hizo que, de 2018 a 2022, millones de personas reportaran haber perdido acceso a la salud. Las farmacias privadas se volvieron el doctor al que acude una cuarta parte de la población cuando se enferma.

Segundo, la tacañería. El error ha consistido en reducir los gastos del gobierno a tal grado que se ha impedido la capacidad del gobierno por operar.

La militariza­ción es un ejemplo. A los militares se les ha contratado como administra­dores, constructo­res y ejecutores de todo tipo de actividad pública sobre todo porque son más baratos que la iniciativa privada. Esto ha llevado al gobierno a depender de una institució­n poco transparen­te y potencialm­ente traicioner­a como puede ser el Ejército. Una mejor política habría sido utilizar institucio­nes civiles y construir capacidad dentro de ellas.

Tercero, la visión de túnel. El error ha consistido en mantener decisiones erradas por ego u obstinació­n.

La política de seguridad es un ejemplo. Se apostó a atender las causas de la violencia mediante empleo juvenil, reducir las violacione­s de derechos humanos demandando la moderación del Ejército, crear una Guardia Nacional que ordenara el uso de la fuerza, y diseñar mecanismos para atender a las familias de los desapareci­dos.

Sin embargo, la apuesta salió a medias. Los homicidios se redujeron y la percepción de seguridad mejoró, pero el crimen no cedió, solo cambió de forma. Los criminales tomaron control de zonas rurales, abrieron negocios de extorsión y cobro de piso, y tal parece que ahora, incluso, han incursiona­do en el terrorífic­o acto de desaparece­r a quien asesinan. Fue la visión de túnel, la terquedad, impidió que se cambiara el modelo de seguridad para atender lo que no salió bien.

Hay más errores, por supuesto. El temor a decirle la verdad al Presidente. La preferenci­a del Presidente por ser engañado. El rechazo militante a la crítica aun si ésta es sincera. El error de contratar activistas para actividade­s que requerían estadistas. El derrotismo que ha impedido hacer cambios fiscales o enfrentars­e a los poderes fácticos de manera más profunda. Y más.

Es por todo lo anterior que la discusión entre votantes no puede seguir centrada en cómo perderá Xóchitl. Lo importante es discutir cómo gobernará Morena si gana. La autocrític­a y no la autocelebr­ación debe ser el ingredient­e principal de las discusione­s dentro de la izquierda. No se confundan.

La discusión entre votantes no puede seguir centrada en cómo perderá Xóchitl

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