¿Ganó Claudia o perdió Xóchitl?
El resultado del primer debate es la mezcla de una estrategia desesperada por parte de Gálvez para conseguir un golpe que no dio y una solvencia de Sheinbaum que jugó a no equivocarse; pero esta última, al menos, abonó a una segunda agenda
Debate no fue. No en el sentido de debatir proyectos de país, propuestas específicas. Intercambiaron acusaciones eso sí. Es sintomático que no estemos confrontando en este momento lo que una y otra expusieron en materia de educación o de salud, a pesar de la importancia que esto tiene para los mexicanos y que una de ellas será presidenta los siguientes seis años. Y no estamos hablando de eso, educación o salud, porque en realidad hay muy poco que decir. Apenas ideas sueltas entremezcladas con ataques y venta de atributos del propio currículum. Los debates electorales suelen ser así, y el formato atomizado en pequeños segmentos diseñado por el INE acentuó este problema.
Lo que sí llena los espacios de discusión en el arranque de esta semana es la manera en que el debate modifica o no las tendencias electorales. ¿Quién ganó el debate? Para efectos políticos eso es lo que, por desgracia, importa. Las primeras reacciones favorecen a Claudia Sheinbaum, incluso en espacios mediáticos que no suelen apreciarla. En el peor de los casos el saldo es neutro en noticieros de la mañana y portadas de diarios este lunes. Pero neutro es una victoria para quien entró a la cancha con una clara ventaja en la intención de voto y salió de ella sin cambios perceptibles. O dicho en términos futboleros, para quien ganó en el partido de ida, un empate en el de regreso constituye de facto un triunfo.
De entrada, Xóchitl Gálvez lo tenía muy difícil. La desventaja de entre 15 y 25 puntos a 50 días de la elección la obligaba a dar un campanazo capaz de dar un giro sorpresivo en las tendencias. Un golpe sobre la mesa para romper inercias. El problema con esa estrategia es que si no se consigue
el dichoso knockout se queda expuesta, porque la falta de contenidos sustantivos en la propuesta para gobernar, le hace ver muy poco presidenciable. Vimos a una candidata rijosa, claridosa y coloquial, pero más pendiente de su rival que en ofrecer una alternativa a los problemas de los mexicanos.
En el fondo, Xóchitl Gálvez terminó recurriendo a la misma estrategia que ha empleado la oposición infructuosamente a lo largo del sexenio: creer que basta criticar al gobierno de la 4T, desengañar a los mexicanos del espejismo, en lugar de construir una alternativa que resulte coherente y atractiva a las grandes mayorías que los abandonaron. Ese es el problema de fondo.
Por lo que respecta a Claudia Sheinbaum no me pareció su mejor versión, en este primer debate, pero consiguió sus objetivos. No incurrir en un error inesperado, un desliz costoso, evitar caer en una provocación. Sorprendió, eso sí, que haya dedicado trozos de varias intervenciones a criticar a su rival. Las reglas no escritas de las campañas electorales establecen
que a un puntero no le conviene “fajarse” en intercambios directos con su perseguidor. Y aunque en menor proporción que Xóchitl, Claudia decidió acusarla directamente en repetidas ocasiones. Quizá su equipo evaluó que el ataque era también una forma de defensa o simplemente se hizo eco de la estrategia presidencial de deslegitimar a sus críticos con acusaciones personales. Con todo, me parece que no se extralimitó. Predominó en su exposición el intento de validar su experiencia en la Ciudad de México y a partir de allí proyectar una imagen solvente para presidir el destino de los mexicanos. No se si lo logró realmente, pero dado el enorme vacío de Xóchitl en materia de planteamientos de fondo, lo que Claudia expresó terminó destacando. En todo caso, los que concluyeron que Sheinbaum había ganado el debate adujeron justamente eso, que había sido la candidata que intentó exponer una propuesta.
Por lo demás, los mexicanos pueden tener dudas sobre los matices con los que gobernaría Claudia Sheinbaum, pero su proyecto de país está a la vista, justamente porque se trata de la candidata de la continuidad de un gobierno que goza de aceptación. En el caso de Xóchitl en cambio, no lo sabemos. ¿Qué es lo que ofrecería Gálvez en caso de ganar la Presidencia? El regreso a lo anterior, pero ¿a cuál anterior? ¿El de Peña Nieto, el de Fox o el de Calderón? O quizá otra cosa porque ella se deslinda de los partidos asegurando que es una ciudadana. Pero sus dos argumentos de venta son la crítica a la 4T, por un lado, y la insistencia en continuar y mejorar los programas sociales de la 4T. Más allá no hay proyecto; lo que ella vende es el ingenio, la frase oportuna, la réplica punzante. En el debate pudo colar muy poco de eso.
En suma, mi impresión es que, en este primer debate, el resultado es un poco la mezcla de ambos factores: una estrategia desesperada y fallida por parte Xóchitl para conseguir un golpe que no se dio, y una solvencia de Claudia que jugó a no equivocarse. Ambas buscaron descalificarse: Xóchitl a Claudia con la etiqueta de Dama
de hielo, insensible y sin corazón; Claudia a Xóchitl con la de ser personera del PRIAN, es decir, del neoliberalismo corrupto. Pero Claudia, al menos, abonó a una segunda agenda a lo largo de la noche: fui una eficaz alcalde de la Ciudad de México y eso garantiza que seré una buena presidenta. Me parece que tuvo más éxito que Xóchitl en vender su relato.
Lo de Jorge Álvarez Máynez merece un comentario aparte. Para efectos del contrastamiento de las dos fuerzas que se disputan el poder, resultó un incordio. Quitó un tercio del tiempo, distrajo. Pero haríamos mal en creer que su papel es irrelevante. Recordemos que las encuestas otorgaban a Samuel García una intención de voto de alrededor de 12 por ciento en caso de ser candidato por MC. A Marcelo Ebrard todavía un poco más. Cuando ambos nombres se descartaron y cayó el posicionamiento de este partido de cara a la elección, Xóchitl Gálvez cosechó para su causa la mayor parte de esa migración. En diciembre se hablaba de un desplome de la popularidad de Gálvez, después de la espuma generada por su candidatura inicial. Entre enero y marzo Xóchitl pudo detener esta caída y evitó que Claudia aumentara la ventaja gracias al descalabro de MC. Jorge Álvarez Máynez era un perfecto desconocido para el gran público, al menos hasta el domingo. No digo que gracias a su intervención en el debate el zacatecano vaya a provocar el entusiasmo de las masas. Pero puestos en los zapatos de algunos votantes cansados de la polarización, la sonrisa congelada de Máynez y su
_@ juventud pueden constituir una salida al voto desencantado. Si gracias a esta exposición MC logra conseguir uno, dos o tres puntos adicionales, esa es mala noticia para Xóchitl Gálvez.