Milenio Laguna

Elartedemo­rir

“Cuando te posea el deseo irrefrenab­le de prolongar la vida, recuerda que los seres a los que un día no vuelves a ver no han desapareci­do”, es una de las notables meditacion­es de Séneca sobre la muerte, todas unas lecciones de vida...

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gils’enva

Gil cerraba la semana cansado de los debates y los posdebates y los posposdeba­tes. Entonces Gamés decidió beber el agua fresca de los clásicos. Oh, sí. Elartedemo­rir reúne en un breve libro algunas de las más notables meditacion­es de Séneca sobre la muerte publicada en editorial Koan en 2023. Pasen y lean, no se pongan nerviosos, estos subrayados son una lección de vida.

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En la muerte hay un elemento terrible que sobrecoge a la mente humana, que se ama a sí misma por naturaleza. De lo contrario, no necesitarí­amos prepararno­s y perfeccion­arnos para cuando nos llegue, pues nos entregaría­mos a ella con el mismo instinto que nos empuja a la superviven­cia. Nadie necesita aprender a tumbarse en un lecho de rosas, pero, en cambio, sí que es preciso endurecer el carácter para no ceder a la tortura o pasar la noche de guardia sin apoyarnos en la lanza, aun si estamos heridos, pues el sueño acostumbra a tomar despreveni­dos a quienes se acomodan [...].

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Cuando te posea el deseo irrefrenab­le de prolongar la vida, recuerda que los seres a los que un día no vuelves a ver, y que retornan al universo del que un día surgieron, y del que pronto surgirán de nuevo, no han desapareci­do. Se han detenido, pero no han muerto. La muerte, a la que tanto tememos y de la que tanto huimos, interrumpe la vida, pero no nos despoja de ella. ¿Vendrá nuevamente el día que nos devolverá a la luz? Muchos no querrían ver ese día, de no ser porque volvemos a la vida con la memoria en blanco.

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No cabe esperanza ni indulto para el anciano al que la vejez conduce a la muerte. No hay partida más larga ni más lenta.

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La filosofía le ha enseñado a Baso a ponerle buena cara a la muerte, a soportar el dolor con fortaleza de ánimo y a no rendirse aunque se rinda el cuerpo. Un buen marino sabe navegar con la vela rasgada y mantener el rumbo con la arboladura rota. Pues bien, eso es precisamen­te lo que hace Baso. Ve acercarse el fin con una actitud que parecería demasiado distante incluso si estuviera mirando el de otra persona.

Saber marcharse en paz cuando llega la hora es una gran virtud, Lucilio, y se tarda toda la vida en adquirirla.

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Hay formas de morir que dejan un resquicio a la esperanza: una enfermedad que se cura, un incendio que se extingue, una casa que se derrumba y perdona de pronto a quienes iba a sepultar, el mar que escupe a los náufragos con el mismo impetu con el que se los había tragado, un soldado que no hunde el acero en el cuello del vencido.

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«No olvidemos —decía Baso– que cada vez que creemos que nos acecha la muerte, se nos olvidan otros peligros que quizá estén incluso más cerca. Más de una vez ha pasado que una simple indigestió­n se adelanta al enemigo que ha jurado acabar con nosotros.»

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Si separamos en categorías los motivos del temor, veremos que unos son reales y otros solo lo parecen. En realidad, lo que nos da miedo no es morir, sino la idea de morir. La muerte siempre está igual de cerca, así que, si hemos de temerla, habremos de temerla siempre, ya que no hay un solo momento en que no se esté sometido a su poder.

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Me despido con un último consejo: si no quieres temer nunca a la muerte, piensa siempre en ella.

Adiós.

“Cultivemos el espíritu para soportar lo que venga y sobre todo para aceptar el fin sin tristeza”

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De joven practiqué el arte de vivir. De viejo practico el de morir. El arte de morir consiste en morir de buen grado [...]. Por lo tanto, cultivemos el espíritu para soportar lo que venga y sobre todo para aceptar el fin sin tristeza. Es más importante prepararse para la muerte que para la vida. Aunque nunca dejemos de ansiar la plenitud y siempre sintamos que nos ha faltado algo, hemos vivido una vida plena. Eso le sucede a todo el mundo. El tiempo no determina si hemos vivido lo bastante.

Eso es tarea exclusiva del espíritu. Queridísim­o Lucilio, he vivido lo bastante, así que aguardo la muerte satisfecho.

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Como todos los viernes, Gil toma la copa

_ con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que sostiene el Glenfiddic­h 15, Gamés pondrá a circular las frases de Séneca por el mantel tan blanco: “¿Por qué temer el retorno al origen? Vive mal quien no sabe morir bien”..

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