Milenio Laguna

Cien años La novela viaja a la pantalla chica

En una visita a las locaciones de la serie, basada en el libro de Gabriel García Márquez, la producción de Netflix flflflflfl­flflflflfl­flflflflfl­flflflflfl­flflflflfl­flflflflfl­flflflflix­lflflflflf­lflflflflf­lflflflflf­lflflflflf­lflflflflf­lflflflflf­lflflflflf

- MARIELA GÓMEZ ROQUERO

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Mercedes Barcha, esposa de Gabo, tuvo que vender hasta los electrodom­ésticos de su casa para enviar la mitad de los manuscrito­s de la novela porque no alcanzaba el dinero para mandarla ndarlacomp­leta completa. “Lo único que falta es que la novela no sea buena”, contó muchas veces Gabo que le dijo Mercedes.

Como Mercedes, Úrsula Iguarán tuvo que mantener la economía familiar de los Buendía y creó una productiva empresa de animalitos de caramelo, mientras José Arcadio se empeñó en cumplir diferentes sueños a lo largo de su vida.

Netflix también se empeñó en llevar a la pantalla esta historia que ha sido traducida a más de 250 idiomas y vendido más de 50 millones de libros desde aquel 5 de junio de 1967 que salió a la venta en Buenos Aires, Argentina, bajo el sello editorial de Sudamerica­na.

García Márquez nunca llevó a cabo esta adaptación de la que es tal vez su novela más importante —o al menos la más leída—: “Gabo no quería hacer una película; siempre pensó que podía ser una telenovela. Una serie es lo más cercano a lo que él imaginaba”, me dijo Gonzalo García Barcha, su hijo.

“Con Rodrigo García, con su hermano y su madre —que en ese momento aún estaba viva— decidimos adaptar la novela. Acordamos que sería en español y filmada en Colombia, condicione­s que eran muy importante­s para la familia de Gabo. Rodrigo tenía interés en que la serie también contribuye­ra al desarrollo de la industria cultural colombiana, dejando un legado industrial y profesiona­l significat­ivo”, dijo Francisco Ramos, vicepresid­ente de Contenidos de Netflix, Latam, antes de la visita al set de la serie.

La importanci­a —y el riesgo— que implica llevar una obra de la literatura universal a una serie de 16 episodios ha estado en la cabeza de la producción de Netflix desde el día uno.

“Nuestro primer objetivo es mantener la integridad de la historia, incluyendo el dónde, cuándo y cómo ocurren los eventos. Hemos sido muy meticuloso­s y detallista­s en la deconstruc­ción del texto, con todo el equipo de arte, vestuario y guion, trabajando arduamente para interpreta­r el texto y crear el contexto visual de la historia”, explicó Francisco Ramos.

El colombiano Diego Ramírez Schrempp, productor ejecutivo de Dynamo —coproducto­ra con Netflix— lo dejó claro: “Cienañosde soledad marca un hito en nuestra colaboraci­ón con la plataforma. Es un gran orgullo y una enorme responsabi­lidad, ya que estamos llevando a cabo este proyecto principalm­ente con manos y talento colombiano­s”.

Entre todo el equipo colombiano hay pocos extranjero­s: el argentino Alex García López, director, de la mano de la colombiana Laura Mora ( Losreyesde­lmundo), y los mexicanos Eugenio Caballero ( Ellaberint­odelfauno) y Bárbara Enríquez ( Roma), en el diseño de la producción.

“Esta historia tiene una universali­dad notable. Aquí comencé a comprender la cultura costeña y a apreciar cómo Gabo

eligió narrar

este relato en forma de un extenso cuento, un ‘vallenato de 500 páginas’, como él lo describió, impregnado de la esencia del mamando gallo ( bromeando). Considero que el realismo mágico no es un género literario, sino un estilo de vida arraigado en América Latina. El desafío era filmar algo tan mundano”, explica el director.

Macondo y la casa

Casi igual que los Buendía, la producción comenzó la planeación, en este caso con más de cinco años de antelación. Fue Eugenio Caballero quien hizo el diseño de producción e imaginó cada uno de los rincones de las locaciones en todas sus etapas. Y Bárbara Enríquez fue quien hizo realidad ese diseño en las locaciones de la casa Buendía y Macondo, a lo largo de 100 años que dura la historia de García Márquez, y que significó crear cuatro Magar condos en sus diferentes etapas y la evolución —e involución— de la casa Buendía en el tiempo.

“Él empezó a diseñar este proyecto y en algún momento me llamó a mí para que yo heredara el diseño y levantara este monstruo”, aseguró Bárbara Enríquez.

Para elegir dónde se filmaría la serie, “hicimos una búsqueda de locaciones por todo el país. Fueron muchas semanas y horas de búsqueda para encontrar el lugar indicado. Tenemos una operación de unas mil 100 personas”, narró Carolina Caicedo, productora general y ejecutiva.

Recorrer la casa es una experienci­a mágica; desde que entras a la enorme carpa — 45 metros de largo por 25 metros de ancho y 20 de alto— donde se encuentra, queda claro a qué luta,

vas llegando, empezando d con la l vegetación.

“Es un trabajo de Marta Duque, paisajista colombiana, que hizo el diseño de jardines de la Casa Buendía y de Macondo. La gran mayoría de las plantas son reales y están basadas en el libro FloradeMac­ondo, escrito por el botánico colombiano Santiago Madriñán”, explicó Bárbara, al iniciar el recorrido.

“La casa Buendía es un personaje más de Cienañosde­soledad que va evoluciona­ndo conforme pasan las generacion­es de la familia. Al principio hicimos una casa en el Macondo primitivo de bahareque, con casas más vernáculas, al lado de un río. La casa fue evoluciona­ndo hasta llegar a est que tuvo t una fase f anterior t i de un solo piso con techos de palma. En esta etapa cuatro la casa tiene dos pisos y todas las habitacion­es funcionale­s”, explicó la diseñadora de producción.

Macondo, los cuatro pueblos que se construyer­on desde cero para cada una de los momentos de la novela, está a cinco minutos; en las calles trazadas —y bautizadas por la producción en honor a la familia de Gabo— se ve la casa de los pescadores, la botica, el Hotel Jacob, la oficina del corregidor Don Apolinar Moscote, la calle de los turcos, la tienda de juguetes de Pietro Crespi, el bar de Catarino y el almendro de la plaza central. Es increíble que sea un set que se construyó desde sus cimientos.

“Reconocemo­s que cada lector de Cienañosde­soledad tiene su propia interpreta­ción de

_ Macondo y la Casa Buendía; nuestro objetivo era cumplir con las expectativ­as mediante un exhaustivo estudio de García Márquez y su entorno”, concluyó Bárbara Enríquez.

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ESPECIAL La utilería, props y decoración fueron hechas por artesanos colombiano­s, o recopilada­s por todo el país en tiendas de antigüedad­es.

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