Respuestas
Me han solicitado fijar postura sobre los cuestionamientos que se me han formulado en torno al diferendo surgido por la encuesta para elegir a la “coordinadora de organización de Morena” y virtual candidata al Gobierno de CdMx.
Llama la atención que las principales críticas lanzadas desde el interior se concentren en supuestas actitudes de carácter o de humor personales y no vayan al fondo del asunto, que es el tipo de democracia que se practica en el partido y la ausencia de una sana autocrítica política.
En este sentido, resulta paradójico que las mismas críticas de personalidad que un sector de la derecha endereza contra AMLO (“berrinchudo”, “necio”, “ególatra”, “obsesionado”, “ambicioso” y “el de más negativos”, al buscar por tercera vez la Presidencia de la República), ahora se retomen contra mí por estar defendiendo el derecho a participar en la elección de CdMx.
“Es un berrinche”: exigir transparencia en el método para seleccionar una eventual candidatura a un cargo de elección popular no es una exigencia personal; es el mínimo reclamo que se puede hacer a una “entidad de interés público”, como es nuestra organización política, entre cuyos objetivos manifiestos se encuentra la democratización del poder público. Si no se cumple con esta mínima exigencia al interior de la organización, ¿con qué autoridad moral se puede exigir lo mismo a los adversarios o se podrá cumplir a la sociedad cuando se obtenga el gobierno?
“Hay que saber perder”: fue exactamente el argumento de Felipe Calderón y Vicente Fox contra AMLO en 2006, al resistirse a aceptar el resultado de aquella elección presidencial controversial. El “haiga sido como
haiga sido” no puede adquirir carta de naturalización en un partido que plantea democracia, transparencia, rendición de cuentas, honestidad y honradez para el país. Recordemos que la forma como un partido conduce su vida interior, será la manera como gobernará después a la Nación.
“Ya se habían aplicado estas encuestas y nadie las había impugnado”: en 2012, la candidatura presidencial de la izquierda se definió con base en tres encuestas entre AMLO y Marcelo Ebrard. Las encuestadoras fueron casas externas al PRD, con metodologías y preguntas previamente conocidas, que ponderaban atributos y potencialidades de los aspirantes. En algunos indicadores resultó bien posicionado Marcelo y en otros AMLO. Se procesó entonces un acuerdo político para definir la candidatura, donde fue determinante el diálogo y el consenso. Fue este acuerdo político, no las encuestas lo que definió la candidatura. En esta ocasión se negó la posibilidad de tres encuestas (una básica y dos espejos), se realizó por un equipo interno, dependiente jerárquicamente del Comité Ejecutivo Nacional, sin preguntas previamente conocidas y sin posibilidad de generar acuerdos y consensos. Mi compromiso fue aceptar un ejercicio científico y transparente de consulta ciudadana (encuesta), no allanarme a un acto de fe ciega.
“Con tu actitud estás afectando a Morena”: entre los derechos estatutarios de los integrantes está el siguiente: “Expresar con libertad sus puntos de vista; ser tratado de manera digna y respetuosa, escuchar y ser escuchado por sus compañeros, compañeras y dirigentes” (artículo 5, inciso b de los Estatutos). Practicar la autocrítica no debilita a una organización democrática ni significa hacerle el juego a los adversarios. Al contrario, fortalece su unidad interna y le da ventajas innegables frente a quienes pretendan destruirla o desplazarla desde fuera.
Las principales críticas se concentran en supuestas actitudes de carácter o de humor personales y no van al fondo del asunto, que es el tipo de democracia que se practica en el partido