LO QUE NO SE DICE DE NUESTRAS FINANZAS PÚBLICAS
Hay avances en el superávit fiscal, pero hay todavía mucho por hacer.
Me preocupa que no se haga un análisis profundo de la economía mexicana y su comportamiento, al primer trimestre de este año. Los comentarios que se escuchan son favorables, pero pocos son profundos. En virtud de esto, he querido dar mi opinión al respecto.
En primer lugar hay que tener en cuenta el efecto del fenómeno estacional, en los números del primer trimestre; me refiero a que la Semana Santa el año pasado fue en marzo y este año en abril. Lo anterior trae como consecuencia que la comparación del primer trimestre de este año versus los primeros tres meses del 2016, favorece los números del 2017. Por ejemplo, el crecimiento que se anunció de 2.4%, al desestacionalizarse, bajaría a 2%.
Lo importante, desde mi punto de vista, es que la proyección mejora respecto de lo que se esperaba en enero, pero de cualquier forma nuestra economía crecerá este año máximo 2%, cifra menor a 2.3% alcanzado el año pasado.
Otro elemento a tomarse en cuenta, en la mejora aparente de las finanzas públicas, está fuertemente influenciado por el “dividendo” que le pagó el Banco de México al gobierno federal; este dividendo es circunstancial y no recurrente, por lo que sus efectos deben de considerar esto.
Con base en esta mejora de nuestras finanzas públicas, el gobierno ha proyectado que la deuda total respecto del PIB que alcanzó 50% en diciembre del 2016, se reduzca a 48% para fin de año; sin los ingresos de Banxico la reducción sería máximo de 0.5%, que sí, efectivamente corresponde al superávit primario que se logrará por la política de austeridad y los recortes que se están aplicando.
Por último, y hablando de la mejora de las finanzas públicas que se empieza a observar, es muy importante señalar que ese análisis debe ser más cualitativo que cuantitativo. La razón es muy simple, la mayor parte de la mejora que muestran los números obedece al dividendo mencionado y a los recortes al gasto que ha hecho el gobierno, pero los recortes han sido resultado de haber parado las inversiones y no el gasto corriente.
Las consecuencias a futuro, al haberse recargado preferentemente en anular la inversión pública, pueden ser graves.
¿ Qué podemos esperar de Pemex o de la CFE, sin programas de inversión? ¿ Cuánto le costará al país en competitividad el no tener obras de infraestructura y además que la existente, se deteriore por falta de mantenimiento?
Con lo anterior no quiero decir que no se estén haciendo algunas cosas bien, acepto que hay avances que son dignos de reconocerse, sobre todo, la austeridad que está imponiendo la Secretaría de Hacienda; lograr 0.5% de superávit fiscal no es tema menor, pero lo importante es no bajar la guardia. Estamos mejor de lo que pensábamos en enero, pero aún lejos de donde debemos de estar.