SOBREVIVIR VENEZUELA
Las mexicanas como Femsa, Bimbo y Mabe sufren desplomes en sus ventas por el monopolio del gobierno en divisas y la falta de materia prima.
Violencia en las calles, crisis institucional, polarización social y derrumbe económico. Venezuela, el país que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, está sumida en medio de un laberinto al que no se le ve salida. Dentro de él, Femsa, Bimbo y Mabe son algunas de las empresas mexicanas que todavía sobreviven, aunque no pueden evitar la caída de sus ventas y las severas dificultades para acceder a los insumos más básicos de producción.
Más allá de la evolución del consumo en el mercado interno, la variable que determina la suerte de las compañías en Venezuela es la disponibilidad de divisas.
El gobierno cuenta con el monopolio de las divisas que ingresan al país por las exportaciones petroleras, debido a que desde el 2003, el expresidente Hugo Chávez, impuso un férreo control de cambios. Con esa herramienta, ha entregado dólares solo a las empresas que importan alimentos básicos, medicinas y productos de primera necesidad. Pero la caída, a partir de 2014, de los precios del petróleo –representa cerca de 95% del total de las exportaciones del país– agudizó la sequía de dólares, lo que llevó al gobierno de Nicolás Maduro a reducir drásticamente, también en esos segmentos, las divisas otorgadas para importaciones.
“Se estimaba para 2017 un entorno más favorable por la leve alza del precio del petróleo, pero no es así: al cierre del primer cuatrimestre, las liquidaciones de dólares al sector privado registraron una caída de 50% con respecto al mismo periodo de 2016”, dijo Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, en Caracas. “La razón es que aunque el precio del barril de crudo subió, no sucede lo mismo con la producción petrolera que presenta una caída muy significativa”. Según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la producción de la compañía estatal PDVSA cayó 7.7% en el primer trimestre del año respecto del mismo periodo de 2016.
Con el objetivo de cumplir con el pago de las obligaciones del gobierno central y de PDVSA – este año los compromisos equivalen a un tercio de las divisas que se prevé que ingresarán por exportaciones petroleras–, el presidente Nicolás Maduro optó por seguir recortando la entrega de divisas para importaciones. Mientras en junio de 2014 la entrega de dólares al sector privado fue de 140 mdd diarios, en marzo pasado fue de apenas seis millones de dólares.
Ante la necesidad de seguir operando, las empresas no tienen otra vía que acudir al mercado paralelo, lo que implica pagar seis veces más que a la paridad oficial para acceder a dólares. En ese marco, las importaciones en el primer trimestre cayeron 26.5% con respecto al mismo periodo de 2016.
El contexto golpea a las empresas mexicanas. Femsa, por ejemplo, debió interrumpir en mayo del año pasado algunas de sus líneas de bebidas debido a que se habían agotado sus inventarios de azúcar refinada de uso industrial y los proveedores cancelaron por entonces sus operaciones por falta de materia prima. “El aprovisionamiento de insumos clave es errático y está debajo de las necesidades de las industrias para operar con normalidad”, dijo Oliveros. “De hecho, la industria manufacturera está operando a 40% de su capacidad en promedio”.
La necesidad de abastecerse con divisas en el mercado paralelo impulsó al alza los precios de buena parte de los productos de la canasta básica. En el caso de los refrescos, los precios subieron a un ritmo vertiginoso: mientras en el primer trimestre de 2016 una botella de dos litros de Coca- Cola tenía un precio de 560 bolívares, en el mismo periodo de este año, se vendió en 4,500 bolívares. “El desproporcionado incremento de precios hizo que algunos consumidores abandonaran la categoría y prefirieran un formato más pequeño”, comentó Miguel Calvo, director de la consultora especializada en consumo Kantar Worldpanel, en Caracas. “En el primer trimestre de 2016, la categoría refrescos tenía una penetración de 91% en los hogares –es decir, nueve de cada 10 hogares compraban, por lo menos una vez al mes, bebidas carbonatadas–, hoy está en 86%”.
En el caso de Femsa, el volumen de ventas en el primer trimestre fue de 12.7 millones de cajas, un desplome de 75% frente al mismo periodo de 2016. “En este contexto, en el que las empresas no acceden a divisas, la caída de las ventas hace que el ritmo de rotación del inventario sea más lento y eso permite, al menos, mantener la operación”, explicó Oliveros.
Problemas similares a los de Femsa aquejan a Bimbo en Venezuela. La escasez de harina de trigo, así como los altos precios de insumos indispensables como manteca, azúcar y margarina, provocaron el racionamiento y hasta la desaparición de algunos tipos de pan. Eso se mantiene en la actualidad. “En el primer trimestre del año mejoró el acceso a los insumos para producir pan, pero ya desde abril no se ve pan Bimbo en los supermercados, ni en otros comercios minoristas”, dijo Calvo. “La empresa está teniendo serios problemas para importar harina otra vez y por eso no están teniendo producción en este momento”.
Tampoco Mabe escapa a la crisis. La empresa gozó en la etapa dorada del chavismo debido al crecimiento de los ingresos en los segmentos de menores recursos así como del consumo postergado, que tuvo buena parte de la población en Venezuela. Con ello, desde 2004 hasta comienzos de la actual década, la venta de productos de línea blanca y electrodomésticos registró un mayor crecimiento, por ejemplo, al de los alimentos. Esa tendencia se revirtió con fuerza en los últimos años, ante la dificultad de buena parte de la población para acceder a los productos más básicos.
Sin estadísticas oficiales de inflación desde 2014, el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), junto con el Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros, publica mensualmente el costo de la canasta alimentaria para una familia de cinco miembros. En abril pasado era necesario 21.4 salarios mínimos para cubrir el costo de esa canasta. En abril de 2015 se necesitaron cuatro salarios mínimos.
Futuro incierto
Nada indica que los problemas de las empresas mexicanas en Venezuela se moderen, al menos, en el corto plazo. El país está sumido en una grave crisis institucional, cuya salida es incierta. Tras la anulación de las elecciones regionales de fines del año pasado y la prohibición en abril al líder opositor, Henrique Capriles, para ejercer cargos públicos por 15 años, Maduro dio en mayo pasado un paso más en su escalada autoritaria con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, cuyos integrantes surgirán de elecciones territoriales a la medida del chavismo y comicios gremiales entre los seguidores del gobierno.
Ese proceso se prolongará durante, al menos, dos años, y Maduro se mantendrá al frente del país. La convocatoria fue rechazada por la oposición y llamó a mantener la presión en las calles.
Al cierre de mayo, La Fiscalía General de Venezuela informó que sumaban 56 los muertos por represión estatal y paraestatal a las marchas opositoras desde que comenzaron en abril. Además, según Human Rights Watch, hay cerca de 200 presos políticos en Venezuela.
Ese escenario político no hace más que agravar las dificultades económicas. “Tras una caída del PIB de 15% el año pasado, estimábamos, antes de la profundización de la crisis política, un descenso del PIB de 4% para 2017”, dijo Oliveros. “Sin embargo, ante la parálisis del país por esta dinámica que amenaza con mantenerse, esperamos ahora una caída de entre 7%y 8%”. En tanto, la inflación para este año rondará 800%.
El contexto amenaza con seguir impactando sobre las compañías mexicanas que aún resisten en Venezuela. Otras, como Gruma y Cemex, abandonaron el país sudamericano tras la expropiación de sus operaciones locales por parte del gobierno chavista. América Móvil, en tanto, decidió su salida con la crisis mundial de 2009, y luego de que Chávez le cerrara la puerta a la compra de la compañía líder local, Cantv, que fue estatizada.
Bimbo, Femsa y Mabe, además de Mexichem, son líderes en cada uno de sus mercados en Venezuela. Pero las dificultades para mantener las operaciones se agudizan al ritmo de las crisis institucional y económica. La meta es sobrevivir hasta que los vientos cambien y la tormenta amaine.
“Tras una caída del PIB de 15% el año pasado, estimábamos, antes de la profundización de la crisis política, un descenso del PIB de 4% para 2017. Sin embargo, ante la parálisis del país por esta dinámica que amenaza con mantenerse, esperamos ahora una caída de entre 7%y 8%. En tanto, la inflación para este año rondará 800%”. Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, en Caracas, Venezuela.