LOS POLÍTICOS YA NO ESCUCHAN...
...ya no se defienden, ya no argumentan. Con su silencio, otorgan.
Todos los días en periódicos, radio y televisión, escucho los reclamos de los principales comentaristas y columnistas exponiendo sus quejas al gobierno por el crecimiento bochornoso de los índices de inseguridad, porque la corrupción está en niveles nunca vistos y la impunidad rampea a lo largo y ancho del territorio nacional.
Queda claro que el estado de derecho está ausente en la vida nacional y, lo peor, es que la ciudadanía empieza a acostumbrarse a estas malas noticias. Por supuesto, hay enojo y enfado, pero la misma sociedad ya no reacciona como antes. La respuesta es “pa’ que” si aquí nunca pasa nada.
Los políticos ya no escuchan, ya no se defienden, ya no argumentan. Con su silencio otorgan la razón a los reclamos, pero, por supuesto, no hacen, ni están dispuestos a hacer nada, y menos en la antesala de un año político donde lo único que cuenta es ganar elecciones porque eso significa tener la oportunidad de engrandecer el botín que facilita tener un puesto público.
El gobierno federal guarda silencio y dicen, los que saben, que esa es la estrategia. Para qué decir algo, si no les van a creer. Además todos piensan que es tarde para cambiar nada. Lo importante es ganar las elecciones en 2018 y así seguir viviendo de exprimir a 120 millones de mexicanos que nunca van a hacer nada serio para evitar los abusos. Los políticos son aprovechados y abusivos y la población ya no quiere seguir reclamando; no sé si es por miedo, por hartazgo, o, simplemente, por ser complacientes, que no es lo mismo que ser pacientes. Otra posibilidad es que nadie hace nada porque la sociedad no sabe qué hacer o cómo hacer para liberarse del yugo de la podredumbre que está representada por la clase política mexicana.
Platicando con amigos, discutimos sobre los cambios observados en México en los últimos años. Por supuesto hay un montón de cosas que se han hecho bien y también muchas que se hacen mal, o simplemente no se hacen. Pero cuando uno trata de ser optimista, y quiere ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, las buenas acciones palidecen ante el fenómeno de la inseguridad. De qué sirve tener un mejor salario o un mejor sistema de salud, si no puede salir libremente a la calle sin correr el riesgo de ser asaltado o robado o abusado por criminales que impunemente imponen la ley de la violencia, sin que nada ni nadie los limite. Las mejoras en los niveles de vida de desarrollo y de progreso, no sólo se miden con datos económicos, lo más importante es que antes de tener casa, vestido y sustento uno necesita sentirse seguro y extender esa seguridad a la familia. La tranquilidad no se compra con dinero, es obligación del Estado proveerla antes que cualquier otra cosa. Pero como dije al principio, la clase política no sólo no resuelve, ya ni siquiera escucha, y la sociedad civil estúpidamente no hace nada.
Queda poco tiempo para las elecciones y que tengamos una nueva administración. Ojalá los que hoy ostentan el poder, ya sea en el gobierno federal, estatal o municipal en conjunto con el poder judicial y el inútil poder legislativo, hagan algo para que la inseguridad no siga creciendo y mejore un poco. Ese debería ser el logro mejor retribuido para los que quieren ganar votos y elecciones.