MÉXICO REQUIERE DE UNA NUEVA ESTRATEGIA PARA CRECER
El gran esfuerzo que representan los recortes se resolvió a la mexicana, por el camino fácil; cortar el gasto de inversión en lugar de adelgazar el aparato gubernamental.
Yo sé que los tiempos políticos hacen muy difícil, sino imposible, llevar a cabo cambios en la estrategia de crecimiento del país. La administración actual, que sería la encargada de conducir dicha permuta, está de salida, y, además, está tan desacreditada, que difícilmente podría detonar ese cambio de estrategia tan necesario. Asimismo, las aún muy frágiles finanzas públicas no dan para mucho.
A pesar de que Standard & Poor’s nos haya mejorado la perspectiva de nuestra deuda, se tiene que reconocer que algo que ayudó mucho a que tengamos hoy un mejor balance, ha sido el hecho de que el gobierno canceló prácticamente la inversión pública.
El gran esfuerzo que representan los recortes se resolvió a la mexicana, por el camino fácil; cortar el gasto de inversión en lugar de adelgazar el aparato gubernamental en todos los niveles, reduciendo significativamente el gasto corriente.
El año entrante es muy posible que crezcamos un poco mejor; si este año podemos crecer a 2% —lo cual es muy probable—, los expertos piensan que en el año 2018 el crecimiento andará alrededor de 2.3%; con crecimientos tan raquíticos, el país seguirá atrapado en la mediocridad.
México tiene que desarrollarse alrededor de 4% para poder reducir los índices de pobreza, que a todas luces es el problema que más nos debería de preocupar; bueno, después de la inseguridad que es quizá la causa más importante de por qué México no avanza.
Yo creo que el cambio de estrategia para poder crecer más consiste, primero, en resolver la epidemia de corrupción e impunidad que sufre México y que lógicamente es la principal causa de la inseguridad.
Para qué pedimos grandes cambios estructurales, si la corrupción y la impunidad los van a hacer inoperantes, los van a destruir; o en el mejor de los casos, harán que sus efectos sean tan a largo plazo, que ya a nadie le importen.
El acabar con la corrupción y la impunidad tiene que ser la estrategia económica ganadora; si no luchamos contra este cáncer, estamos predestinados a fracasar.
El único político que merecerá mi voto en el 2018, será quien me dé la confianza de que hará lo que se necesite para empezar seriamente esa lucha; pero para convencerme, lo tendrá que hacer en forma convincente y no con mentiras y contradicciones que vemos hoy en los aspirantes conocidos. No se vale decir que uno está contra la corrupción y se rodea de rateros; pondría muchos ejemplos más…
En resumen, si hay algún aspirante decente y honesto, con principios y voluntad de cambio, primero que lo demuestre.