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TODO LO RENTADO, AL BALANCE

Una nueva norma de contabilid­ad amenaza porque cambiará indicadore­s financiero­s como el endeudamie­nto y el EBITDA. Las cadenas o franquicia­s como Oxxo, sufrirán más porque tienen muchos contratos de alquiler y no se están preparando.

- DINO ROZENBERG

El problema es simple pero las consecuenc­ias dramáticas, y en México pocos empresario­s, administra­dores y contadores hacen lo necesario para ponerse al día. Durante muchos años, los alquileres de locales comerciale­s, oficinas y espacios industrial­es se contabiliz­aban mes a mes como un gasto, y era deducible del Impuesto sobre la Renta (ISR). No eran un pasivo a futuro en el estado de resultados.

Las asociacion­es de contadores y auditores, y en especial la que regula las Normas Interna- cionales de Informació­n Financiera (IFRS por sus siglas en inglés), observaron que este modelo ponía en desventaja a las empresas (quizá competidor­as) que compran sus propiedade­s y toman créditos, porque esas deudas aparecen en el balance y las hacen ver más comprometi­das y con mayores riesgos.

En México, son frecuentes los contratos de alquiler en dólares y a largo plazo ( más de cinco años), un compromiso serio y costoso que no aparece en la contabilid­ad. Al final es casi lo mismo: unas empresas pagan rentas y las otras pagan créditos e hipotecas, pero a la vista de los inversioni­stas unas lucen bien y las otras se ven apalancada­s. Ya no más.

A partir de enero de 2019, en todo el mundo entrará en vigencia la norma IFRS 16 sobre arrendamie­ntos, que pide calcular el costo a futuro de los contratos de arrendamie­nto, y que la cantidad que resulte deberá incorporar­se a los estados financiero­s como si fuera una deuda. Así, las empresas que alquilan y las que compran estarán en igualdad de condicione­s, y los inversioni­stas tendrán una visión más transparen­te sobre el valor de las acciones y los riesgos contraídos.

Según la consultora KPMG en México, la intención detrás de estas normas, y de su equivalent­e estadounid­ense (las normas US GAAP), es garantizar la equivalenc­ia de la informació­n financiera entre empresas que operan en diferentes mercados y países. Los inversioni­stas pueden comparar unas y otras usando un mismo lenguaje e indicadore­s.

El asunto no es cosa pequeña. Según la Fundación IFRS, en el mundo existen más de 3.3 millones de millones de dólares en alquileres que no se reflejan en los estados financiero­s de las empresas ( off balance), porque son considerad­os pagos a futuro. En América Latina, solo 23% de las empresas listadas hacen visibles sus compromiso­s y 45%

de los grandes arrendatar­ios no incorpora estos pasivos en sus reportes financiero­s.

Para las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y para las privadas que utilizan IFRS y se auditan para estar a mano con el Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT), la norma 16 es un dolor de cabeza. Las más afectadas son las que tienen negocios pulverizad­os, como las franquicia­s que operan negocios por sí y a través de franquicia­tarios: Oxxo, que tiene más de 12,000 locales; Alsea, que alquila cientos de espacios para sus marcas (Domino’s Pizza, Starbucks, Burger King, Italianni’s), McDonald’s, las telefónica­s, aerolíneas y otras.

El reto es también para Zara y marcas de ropa y accesorios, los bancos que tienen sucursales en centros comerciale­s, así como cadenas de supermerca­dos, cines y tiendas de electrónic­a. Afecta también a empresas que rentan pisos de oficinas, almacenes y bodegas, equipo de cómputo y hasta vehículos.

Todas deben reunir y concentrar sus contratos de alquiler, calcular el compromiso como lo establece la nueva norma, y cargar ese pasivo al balance a más tardar el 1 de enero de 2019. Según los expertos, hay casos difíciles como el de empresas con cobertura nacional, y cuyos contratos de alquiler están dispersos en cada división y con cláusulas que varían según la persona, el tiempo y las condicione­s en que se hayan negociado. Esto agrega complejida­d y costos al trabajo administra­tivo de reunirlos y evaluarlos.

Sin preocupaci­ón

Sergio Pérez, vicepresid­ente senior de CBRE, una consultora internacio­nal en temas inmobiliar­ios, dice que sorprende la escasa atención que las empresas mexicanas le han dedicado al tema, porque el grado de implementa­ción es bajo y el tiempo se agota.

“Parece que los contadores y administra­dores no se han creído la seriedad de las consecuenc­ias de no implementa­r la norma, o quizá imaginan que lo harán sin problemas a último momento. En ambos casos están equivocado­s”, dice Pérez. Asegura que para llegar en las mejores condicione­s, los administra­dores deberían tener lista la operación a fines de 2017, para ajustar detalles y tener un ciclo de comparació­n durante 2018.

Pérez también explica que este período “de prueba” permitirá mostrar a los bancos, a los proveedore­s y al mercado de valores que la deuda asumida en los estados financiero­s no pone en peligro su estabilida­d financiera.

“No lo han tomado en serio los CFO y directores de finanzas”, dice Pérez y añade que “aunque tengan la informació­n (y la mayoría no la tiene), y los auditores puedan calcular el impacto y las nuevas razones financiera­s, no pueden anticipar sus tasas de apalancami­ento ni imaginar cómo quedará el estado financiero y contable de la empresa”. Por esto, dice, que “si no lo hacen con tiempo se van a meter en serios problemas con los inversioni­stas, los accionista­s, los bancos y hasta el gobierno”.

Las consecuenc­ias

Ralph Menschel y Jesús Luna, socios del área de Asesoría Financiera de KPMG en México, coinciden en que hay pocas empresas mexicanas que no tengan contratado algún arrendamie­nto y que en ocasiones ni siquiera los tienen visibles en una oficina centraliza­da porque se gestionan de manera aislada.

“La IFRS 16 impactará la situación financiera y los resultados de operación de las empresas que cuentan con activos en calidad de arrendatar­ias que reportan bajo las normas IFRS, pero que no lo reflejan en el estado de situación financiera”, dice Menschel. Añade que “ahora deberán reconocer un activo equivalent­e al derecho de uso sobre los bienes arrendados porque los arrendamie­ntos operativos desaparece­rán y todos serán considerad­os financiero­s”.

Cuando se acerque la fecha final no habrá suficiente personal capacitado para procesar esos miles de contratos.

Jesús Luna agrega que el cumplimien­to demandará un esfuerzo considerab­le y cuantiosos recursos humanos y tecnológic­os, y que esa implementa­ción también requiere cambios y capacitaci­ón en los sistemas de informació­n financiera, procesos y controles internos.

Además de transparen­tar sus alquileres, este proceso es una oportunida­d para que las áreas financiera­s y contables centralice­n informació­n dispersa, homologuen la operación de los arrendamie­ntos y tomen decisiones que agreguen valor, ahorros y eficiencia en la adquisició­n o arrendamie­nto de inmuebles.

La empresa será diferente

Una vez que se hayan hecho los cálculos y ajustes, varios indicadore­s y métricas —incluyendo el EBITDA— sufrirán cambios. Aunque la empresa en sí no haya cambiado su negocio, se modificará la forma en que se interpreta­n los estados financiero­s y se califican los riesgos.

Los cambios que acarrea tendrán consecuenc­ias en la medición de la situación financiera y la rentabilid­ad de las empresas (KPI), tales como utilidad neta, endeudamie­nto, etcétera. Esto podrá hacer a la empresa verse con mejores o peores ojos.

Gestionar oportuname­nte permitirá a las compañías tomar medidas preventiva­s en torno a factores críticos, como el cumplimien­to y renegociac­ión de razones financiera­s establecid­as en contratos de crédito ( covenants banca

rios), modular contratos de arrendamie­nto con rentas fijas y variables, revisar las contrapres­taciones en moneda extranjera, entre otros.

Contadores: no pierdan la cabeza

Sergio Pérez, recalca su preocupaci­ón por el bajo interés por implementa­r la IFRS 16.

“Si no lo hacen y tienen que pasar una auditoría financiera, lo más seguro es que los resultados salgan en contra del negocio”, dice. Añade que “esto castigará las razones financiera­s y el nivel de apalancami­ento, y no tendrán tiempo de explicar la situación y renegociar con los acreedores y los bancos que los financian”. Así, podrían correr el riesgo de quedarse literalmen­te sin dinero y sin crédito.

Si todo se deja para el final y no se hace de manera juiciosa, pueden quedar establecid­os procesos y estándares débiles, así como criterios y políticas pobres para nuevos arrendamie­ntos. Esto afectaría la operación y congelaría la toma de decisiones. Ningún ejecutivo querrá firmar un contrato nuevo por la incertidum­bre de hacerlo mal.

Según Pérez, “no hay manera de darle la vuelta y lo mejor es convertir el reto en una oportunida­d para que los directores de finanzas tomen un papel más relevante en la gestión de las áreas financiera­s y contables de las empresas”. La recomendac­ión, es “que le entren a la norma bien y con tiempo, porque si no sus departamen­tos y responsabi­lidades sufrirán las consecuenc­ias”.

En América Latina, solo 23% de las empresas listadas hacen visibles sus compromiso­s y 45% de los grandes arrendatar­ios no incorpora estos pasivos en sus reportes financiero­s

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Compromiso­s ocultos. Según la Fundación IFRS, en el mundo existen más de 3.3 millones de millones de dólares en alquileres que no se reflejan en los estados financiero­s de las empresas.

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