EN TODO RETO HAY OPORTUNIDADES
El sector político estuvo al margen de todos los esfuerzos que se han hecho, y la verdad nadie — o cuando menos yo—, no esperaba nada de ellos.
De ninguna manera quiero minimizar la magnitud de la tragedia que enfrenta México por los dos terremotos del mes de septiembre. La pérdida de vidas es lo más triste, ya que son irreparables. Además, mucha gente se quedó sin sus bienes más preciados incluyendo su vivienda.
Hacía muchos años que no enfrentábamos una circunstancia parecida, y quisiera decir que me quedo con una muy buena impresión de los programas implementados; por supuesto la respuesta de la población civil en la Ciudad de México (CDMX) es algo que merece nuestra admiración, al igual que nuestro respeto al Ejército y Armada por el profesionalismo y entrega que han mostrado en esta tragedia. Lo mismo para las fuerzas del orden que estuvieron ayudando.
El sector político estuvo al margen de todos los esfuerzos que se han hecho, y la verdad nadie — o cuando menos yo—, no esperaba nada de ellos; para variar se ensartaron en la polémica populista de López Obrador, ya que si quisieran ayudar deberían de renunciar a la totalidad de las aportaciones que reciben para sus campañas y hacerlas con las contribuciones de sus agremiados conforme a estrictas reglas de transparencia. Pero pensar eso es una estupidez porque sería mucho pedir.
La tragedia en sí misma, implica un gran reto y una gran oportunidad. En la CDMX la oportunidad está en hacer una mejor ciudad, revisar los reglamentos vigentes, analizar las causas de los siniestrados y obligar a los constructores a tener mucho mejores estructuras que las actuales. Salta a la vista en algunos edificios muy viejos, sobre todo de la colonia Roma y la Nápoles, que los inspectores no hicieron bien su trabajo y permitieron que muchos edificios dañados, desde hace mucho, permanecieran habitables; pero hoy tenemos la oportunidad de reconstruir y mejorar notablemente nuestra capital.
Cuando pienso en Oaxaca, Chiapas, Morelos y Guerrero, con pena tengo que reconocer que son parte de otro México; un México olvidado y ausente del progreso que se ha alcanzado en el centro y norte del país.
Hoy, con esta tragedia se debería programar una fuerte inversión en estos estados, no solo en la reconstrucción de lo destrozado por los sismos; pero ir más allá con planes de infraestructura creando polos de desarrollo regionales. Por supuesto para eso se requieren fondos, pero, antes de eso, buenos gobiernos, mismos que no se han tenido en décadas.
Es muy triste ver el atraso de estos estados y la pobreza de sus habitantes. Actualmente la oportunidad está, primero en reconocer lo que ahí pasa, y después tener tanto la voluntad como el talento para empezar a resolver el problema.