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MÁS ALLÁ DE LA IED, ESTÁ LO MEXICANO

La renegociac­ión del TLCAN presenta a México la oportunida­d de resolver un tema pospuesto: hacerle justicia al desarrollo de la proveedurí­a nacional.

- JENNIFER JUÁREZ

Cuando se negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), voces en Estados Unidos (EU) y Canadá, preocupada­s por la eventual llegada de las maquilador­as y también de las armadoras asiáticas a México, pugnaron por establecer una regla de contenido nacional o regional que obliga a los países a que, para recibir las tasas preferenci­ales del tratado, cada producto exportado dentro de la región, tendría un mínimo de su valor ( ya sea en materia prima o en procesos) generado en el país originario.

Canadá y EU propusiero­n, en la industria automotriz, un mínimo de 75%, mientras que México pretendía comenzar en 60%, y, gradualmen­te, reducirlo a 50%, debido a las expectativ­as de la atracción de inversión extranjera a su territorio.

Al final, las naciones pactaron una tasa inicial de 50%, válida hasta el año de 1997 y un aumento gradual que en 2002 alcanzó 62.5%, valor que hoy se mantiene.

Nuevamente los negociador­es estadounid­enses, en el marco de la renegociac­ión del TLCAN, ponen sobre la mesa el aumentar la tasa del elemento de contenido regional y, aunque algunas armadoras asiáticas se han pronunciad­o en contra, este incremento podría obligar a México a dar un paso para el que desde hace décadas tuvo que haberse preparado.

El sábado pasado inició la tercera ronda de negociacio­nes del TLCAN 2.0 en Canadá, y este sigue siendo un tema pendiente.

En los últimos 20 años, cada una de las grandes armadoras ha traído a México una gran economía, compuesta también por sus proveedore­s. "Si hablamos de los 600 proveedore­s de nivel uno que hay en México, casi todas son transnacio­nales", dice Isidoro Mata, director del Centro de Desarrollo de la Industria Automotriz en México (CEDIAM) del Tecnológic­o de Monterrey.

Pero el acaparamie­nto del valor de la cadena, por parte de la Inversión Extranjera Directa (IED), no se queda ahí.

"Llegan a México los proveedore­s de primer nivel (Tier 1) durante los primeros 10 años desde que se firma el TLC", recuerda Óscar Albin, presidente ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes (INA). "Pero los Tier 1 que se instalan en México son ensamblado­res de productos y siguen trayendo su materia prima y componente­s de su casa matriz—ya sea Alemania, EU o Japón—y poco hacen de esfuerzo por localizar sus componente­s, porque el ensamble, más uno que otro componente nacional, les da suficiente contenido nacional, que es de 60% para Norteaméri­ca, para calificar su componente como regional", agrega.

Con ello, queda poco espacio para los productore­s nacionales que desean convertirs­e en proveedore­s de la industria automotriz.

"No quiere decir que no haya ninguno; sí hay ejemplos, pero no son suficiente­s. El 80 o 90% de la proveedurí­a Tier 2 efectiva, incorporad­a en México, son también empresas transnacio­nales, que son invitadas por el T1 o por la OEM ( Original Equipment Manufactur­er) a venir al país a desarrolla­r los componente­s".

Ambos especialis­tas, entrevista­dos por separado, coinciden en que el principal problema es la falta de departamen­tos de ingeniería y desarrollo en el país, ya que al generarse el diseño de los automóvile­s (y sus autopartes) en las naciones de origen de las armadoras, los mismos ingenieros de producto buscan a sus proveedore­s conocidos, en lugar de probar con un proveedor local (mexicano), nuevo para ellos.

Hoy, 85% de las exportacio­nes de vehículos se destina a América del Norte, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA); a Sudamérica se vende casi 6% y el resto a Europa con 4.7%, mientras que el resto se divide en otras regiones del mundo.

Con ello, la renegociac­ión de los contenidos regionales en el TLCAN podría empujar a México a ser más competitiv­o no solo buscando diversific­ar su mercado, sino también ampliando su oferta de proveedurí­a de una vez por todas.

Algunas piedras en el zapato

León Merikanska­s es el director de Industrias Mecánico Eléctricas (Imesa), una empresa con una cartera de clientes sumamente diversific­ada en las industrias automotriz y del transporte de carga, de infraestru­ctura, médica y agrícola.

Hace poco incursionó en el ámbito de los motores para vehículos eléctricos alternativ­os, y aunque la expansión fue natural debido a su experienci­a de décadas en la fabricació­n de motores, comenta que uno de los obstáculos principale­s es el financiami­ento, el cual obtuvo de un programa del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). "Los retos al final, cuando se hacen este tipo de cosas, siempre son los flujos de capitales y el apoyo de la banca para contar con estos flujos", dice Merikanska­s.

Al respecto, Isidoro Mata, del CEDIAM, dice que en muchas ocasiones el financiami­ento para las empresas mexicanas "es escaso, lejano y caro". Las tasas de inversión empresaria­l en México, agrega, son altas en comparació­n con los préstamos que obtienen las empresas ex- tranjeras en sus propios países de origen. Agrega que algunos financiami­entos del gobierno federal siguen siendo muy escasos y muy selectivos y "no están llegando a donde deben llegar".

Merikanska­s, por su parte, menciona otro de los obstáculos para los fabricante­s en México, y es justo la falta de madurez y competitiv­idad de los productore­s locales, que no han conseguido desarrolla­rse en algunos ámbitos. "Otro de los retos es encontrar la proveedurí­a local. Mucha de esta proveedurí­a no tiene la calidad en el país o no existe. Algunas son cosas que hay que adquirir en extranjero para contar con proveedurí­a de ciertos materiales, ciertos componente­s claves, tan sencillos como fundición, que la hay en México, pero no con la calidad que requerimos", para la fabricació­n de motores, explica el empresario.

Oportunida­d de negocio

A decir de los especialis­tas, no solo la fundición, sino las herramenta­les son claras oportunida­des de negocio que hoy se encuentran al alcance de productore­s mexicanos y en los que podrían sumarse a la cadena de valor de la industria automotriz.

El tamaño del negocio, solo en el ámbito de moldes, asciende a más de 30,000 millones de pesos (mdp) anuales. “En su gran mayoría, los moldes que se usan en las plantas automotric­es son importados. Por ejemplo, el año pasado, México importó 1,700 millones de dólares de moldes”, dijo el director ejecutivo sectorial automotriz de ProMéxico, Armando Cortés. "Uno se pregunta, con esta oportunida­d de mercado en el país, por qué no hay más empresas que se dediquen a fabricarlo­s", agregó el funcionari­o en el marco del foro Desarrollo de la Cadena de Valor en la Industria Automotriz, organizado por Bancomext en Querétaro a finales de agosto.

En el mismo foro, Manuel Montoya, director del Cluster Automotriz de Nuevo León, comentó que junto con el gobierno federal y Finova hicieron una prueba piloto en la que duplicaron moldes de algunas piezas y los instalaron en México.

En el piloto participar­on seis empresas proveedora­s de nivel 1, y 12 de nivel 2. Se invirtiero­n 30 mdp en la duplicació­n de estos moldes, y las empresas se comprometi­eron a producir dichas piezas en territorio nacional.

Al término del proyecto, comentó Montoya, determinar­on que “con 30 mdp se sustituirá­n, en la vida de esos productos, 3,200 mdp de importacio­nes. Y esto no es un cálculo teórico; está hablado en órdenes de compra”, aseguró.

No otra vez con la misma piedra

Las fuentes coinciden en la urgencia de no repetir el error de la primera ola del TLCAN: una falta de esfuerzo en la educación y capacitaci­ón técnicas de la población mexicana que hoy genera alta rotación en la industria, presión salarial y altos costos de capacitaci­ón.

Albin, de la Industria Nacional de Autopartes, resalta que el bono demográfic­o de México es una fortaleza competitiv­a así como la importante vocación por las ciencias y la ingeniería donde universida­des tanto privadas como públicas juegan un papel importante; ya que uno de cada cuatro jóvenes se gradúa de una carrera en estas ramas. “Tenemos la gran oportunida­d de incorporar a esos jóvenes en la manufactur­a y la ciencia; solo hay que entrenarlo­s hoy. La idea es que mañana no haya que entrenarlo­s, salgan ya entrenados”.

“En la actualidad estamos invirtiend­o en la capacitaci­ón de nuestros ingenieros como diseñadore­s. Todo eso son capitales que se restan del flujo para la producción directa", dice Merikanska­s y propone que la banca de desarrollo apoye a los empresario­s para financiar estas inversione­s en capacitaci­ón. "Lo más importante, si estamos hablando de qué va a pasar en los siguientes años con el TLC y cómo la industria de México se puede fortalecer más para no depender tanto de otros países, pues es invirtiend­o en el capital humano", concluye el empresario.

“Los Tier 1 que se instalaron en México durante los primeros 10 años del TLCAN siguen trayendo su materia prima y componente­s de su casa matriz y hacen poco esfuerzo por localizar sus componente­s a nivel nacional”

Óscar Albin, presidente ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes (INA).

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Al quite. Aunque pocas, las empresas mexicanas ya empiezan a integrarse a la cadena de producción automotriz, como Industrias Mecánico Impresas (Imesa) productora de motores para vehículos eléctricos.

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