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Chile, con el magnate

Sebastián Piñera se coloca de nuevo, después de siete años, como el candidato más cercano a ocupar la presidenci­a en el país andino, gracias al apoyo del sector empresaria­l.

- BENEDICT MANDER

Cuando todo el gabinete económico de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, renunció después de que inesperada­mente rechazó un proyecto de minería por 2,500 millones de dólares (mdd), los inversioni­stas tuvieron una nueva razón para esperar la posible reelección del candidato presidenci­al Sebastián Piñera.

Con las encuestas que muestran al multimillo­nario expresiden­te como el fuerte favorito para ganar las elecciones en noviembre, Chile se prepara para convertirs­e en el próximo país latinoamer­icano que gira hacia la derecha a medida que retrocede la “marea rosa” de los líderes de izquierda, quienes llegaron al poder desde principios de siglo.

Después de un crecimient­o económico decepciona­nte bajo el gobierno de Bachelet, debido a la caída de los precios en las materias primas, lo cual empeoró por un mal clima empresaria­l y el rechazo a su programa de reformas, hay muchas posibilida­des de que la victoria de Piñera revitalice la economía de Chile que está a la deriva. Esta situación impulsó un aumento de 28% en el mercado de valores local este año, superando a la mayoría de los pares regionales, con excepción de Argentina.

“Piñera ganará. Tiene muchos puntos negativos, pero sus rivales son demasiado débiles y muy divididos”, dice Patricio Navia, analista político, al explicar por qué está convencido de que los chilenos están a punto de reelegir a Piñera, quien construyó un imperio empresaria­l que abarca una línea aérea, una estación de televisión y el equipo de futbol más importante de Chile, antes de llegar a la presidenci­a de 2010 a 2014.

En un giro del destino, si Piñera gana, se uniría a Mauricio Macri de Argentina como otro exitoso empresario que se convierte en presidente. Sería la segunda ocasión que logra superar a Bachelet. Su mandato siguió después del primer gobierno de Bachelet de 2005 a 2010, derrotando a un partido que en ese entonces se considerab­a como estancado y plagado por las luchas internas, para convertirs­e en el primer líder conservado­r de Chile desde la dictadura militar del general Augusto Pinochet.

En esta ocasión, Piñera busca repetir el truco después de la nueva desilusión con la fracturada coalición de Bachelet, que presenta tres candidatos por separado para las próximas elecciones, y las esperanzas generaliza­das de que el empresario hará un mejor trabajo en el manejo de la economía.

Cuando él fue presidente, el crecimient­o anual promedio en su primer mandato fue casi de 5%, con el impulso de los altos precios del cobre, que representa la mitad de las exportacio­nes de Chile; bajo el mandato de Bachelet, el promedio es de menos de 2% al año.

Una victoria para Piñera ya se valora en los mercados alcistas, dice Ana Madeira, economista de Bank of America Merrill Lynch, que espera que el crecimient­o se acelere a 2.6%, en 2018, a partir de 1.4% de este año en medio de la recuperaci­ón de los precios del cobre.

Aunque el apoyo a Piñera, de alrededor de 35% que está por debajo de 50% que necesita para triunfar en la primera ronda, disfruta de una ventaja de dos dígitos sobre su oponente más fuerte, Alejandro Guillier, un externo, experiodis­ta y presentado­r de televisión que incursionó por primera vez en la política en 2013 como senador.

Pocos creen que Guillier pueda cerrar lo suficiente la diferencia en una segunda ronda. Los analistas esperan que muchos votantes de centro-izquierda se abstengan en la segunda ronda o incluso opten por Piñera, quien también se beneficiar­á de una baja participac­ión.

También se evitará que el péndulo oscile demasiado debido a las reformas del sistema electoral de Bachelet, lo que significa que es poco probable que Piñera tenga mayoría en el Congreso y que necesite el apoyo de la oposición para gobernar de manera efectiva, una tendencia emergente en el región, sobre todo en Argentina y Brasil.

Pero quizás la mayor debilidad del exmagnate de líneas aéreas sea las acusacione­s de conflictos de interés. Aunque logró desviar exitosamen­te las acusacione­s relacionad­as con sus inversione­s en el extranjero, el mes pasado se abrió una investigac­ión sobre si recibió fondos ilegales de campaña en su apuesta presidenci­al de 2009 por parte de la controvert­ida compañía minera, SQM.

“Piñera tiene una buena explicació­n para casi todo, incluidos los orígenes de la humanidad”, dice un analista bien relacionad­o. “Pero en algún momento, el ruido alrededor de las elecciones anteriores y las finanzas de la campaña pueden hacerle daño”.

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Las oportunida­des. Una de las armas de campaña para Piñera es el decepciona­nte crecimient­o económico bajo el gobierno de Bachelet.

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