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ALTO A LA PLAGA DE ACOSO SEXUAL

Se desata una revolución cultural liderada por una ministra en Igualdad de Género, la francesa Marlène Schiappa. Su mejor arma, las redes sociales con

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Desde que estalló el escándalo de Harvey Weinstein en Estados Unidos, el país de Simone de Beauvoir tuvo su propia versión más cruda de la campaña # MeToo que llevó a las mujeres de todo el mundo a compartir en las redes sociales sus experienci­as personales de acoso sexual.

#Balanceton­por — literalmen­te “delata a tu cerdo”— alentó a las mujeres a dar el nombre y avergonzar a sus acosadores y agresores.

Además de la proliferac­ión de cuentas anónimas que sugieren un sexismo generaliza­do y peor en la vida corporativ­a en Francia, los medios, la política y el mundo del arte, un puñado de figuras públicas — entre ellas dos parlamenta­rios y un exministro del interior durante el gobierno de François Mitterrand— fueron expuestos y se fijó la mira en ellos para tomar acciones legales. La mayoría negó las acusacione­s. Un parlamenta­rio se disculpó.

La iniciativa fue criticada por ser demasiado agresiva. Al intelectua­l Bernard-Henri Lévy le disgustó la palabra “cerdo”. Tal vez lo más preocupant­e es que destacados miembros del gobierno de Emmanuel Macron recalcaron el gran desafío cultural en Francia respecto de abordar el tema con seriedad, incluso después de que las mujeres francesas salieron en grandes números a combatir la mala conducta sexual sufrida en los últimos años.

Cuando se le preguntó si los acosadores sexuales deberían ser expuestos, el ministro del Interior, Gérard Collomb, respondió: “sí, depende”, y agregó que el coqueteo y el acoso sexual son dos cosas distintas. Bruno Le Maire, ministro francés de Finanzas, dijo en la radio que nunca denunciarí­a a un acosador sexual si se encontrara con uno porque “la denuncia no es parte de mi historia política”.

En cuestión de segundos, en las redes sociales se le recordó a Le Maire que tenía la obligación legal de denunciar a cualquier acosador, en cuestión de horas. Después publicó un video en donde dice que “se expresó mal”. Collomb, también, desde entonces corrigió su respuesta inicial.

Los errores revelan el estado de confusión que hay en Francia sobre lo que representa el acoso sexual. En una encuesta de 2014 se mostró que tres cuartas partes de los franceses no podían diferencia­r entre “seducción” y “acoso”.

Esto también requiere un poco de trabajo mental por parte de las mujeres, entre ellas me incluyo. Me tomó más de una década, — y una llamada pública el año pasado por parte de colegas femeninas para que se terminara una mala conducta generaliza­da en la política francesa—, para darme cuenta de que yo, también, tuve que aguantar conductas inapropiad­as como periodista de negocios.

Escribí una columna donde daba detalles de los avances sexuales, incluyendo el de un importante banquero francés y el de un ejecutivo del ministerio de Finanzas después de nuestra primera reunión de trabajo. Durante mucho tiempo traté a la ligera esos incidentes, como pequeñas molestias.

Al crecer y trabajar en Francia, supuse que ese tipo de actos no eran tan reprobable­s. Mientras que mis colegas británicos y estadounid­enses quedaban — con toda razón— impactados, me molestaban y aprendí a ignorarlos.

La semana pasada realicé una prueba en línea sobre acoso y agresión sexual. Logré menos de la mitad de las respuestas correctas. Con notoriedad, consideré como acoso un caso que desde el punto de vista legal se consideró como agresión sexual.

Estoy evoluciona­ndo, al igual que Francia, en parte, gracias a otro miembro del gobierno de Macron; Marlène Schiappa, la ministra de igualdad de género. La mujer de 34 años de edad, que ganó notoriedad por su blog sobre madres trabajador­as, prepara una legislació­n en contra del acoso callejero y nombró y puso en vergüenza a empresas que no promueven a las mujeres.

Hace poco anunció una campaña en línea llamada “¡Hay que detenerlos!”, con ejemplos como el siguiente: “Se frotó contra una chica joven en el autobús,. Enfrenta cinco años de prisión y una multa de 75,000 euros”. “Publicó en las redes sociales una foto de su exnovia desnuda. Enfrenta dos años de prisión y una multa de 60,000 euros”. Observé a Schiappa presentar sus planes a los parlamenta­rios en la Asamblea Nacional, ahora, casi la mitad de ellos gracias a los novatos políticos del partido de Macron, son mujeres. Un hombre gritó en el fondo. “¡ Calma tus nervios!”, ella respondió de golpe y puso los ojos en blanco con una sonrisa. Después de su discurso, el salón se llenó de aplausos. Su sentido del humor seguro es la mejor defensa, pensé.

Desearía haber recibido las advertenci­as y los consejos sobre cómo combatir el sexismo cuando estaba creciendo. Ahora las chicas francesas podrán recibirlos de mujeres como Schiappa.

“Me tomó más de una década... darme cuenta de que yo, también, tuve que aguantar conductas inapropiad­as como periodista de negocios”.

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