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David Boies, el abogado juzgado por culpa de Harvey Weinstein

El famoso litigante neoyorquin­o es señalado por su polémica participac­ión sobre el caso Harvey Weinstein.

- GARY SILVERMAN

David Boies es representa­nte de una especie rara de ser humano. Es un superaboga­do de Nueva York, uno de un pequeño grupo de residentes, en general hombres, que analiza la letra pequeña, cierra los tratos y batalla en los tribunales.

Su currículum es un testimonio de su estatus como litigante, tal vez, el más importante de su época. Ayudó a financiero­s que cayeron en desgracia, entre ellos Hank Greenberg, de AIG, y Andy Fastow, de Enron. Luchó contra una demanda por difamación que William Westmorela­nd, comandante de las fuerzas estadounid­enses en Vietnam, presentó contra la CBS. También el gobierno federal lo contrató para avanzar en su caso antimonopo­lio contra Microsoft.

Sin embargo, su reputación acaba de recibir un gran golpe. Boies, producto del sistema legal de estrellas de Nueva York, quedó atrapado en el escándalo que involucra a un cliente de mucho tiempo, el productor Harvey Weinstein.

Boies, de 76 años, es un hombre rico, conocido por su filantropí­a y su popularida­d, junto con su tercera esposa, Mary, en el circuito social de Manhattan. Pero también es un tomador de riesgos empedernid­o —le encanta la acción en Las Vegas, así como su firma Boies Schiller & Flexner— que hace un esfuerzo adicional por sus clientes. Le hizo un favor a Weinstein, y eso empieza a costarle en el tribunal de la opinión pública.

Boies firmó un contrato el 11 de julio con la firma de inteligenc­ia de negocios, llamada Black Cube, para espiar a las personas que acusan a Weinstein, informó la revista The New Yorker. Dirigido por exagentes de inteligenc­ia israelíes, sus operativos usaron identidade­s falsas para ganarse la confianza de las personas en el caso y recopilar informació­n sobre ellos. Sus objetivos incluían ayudar a Weinstein a “detener la publicació­n de un artículo negativo en un importante periódico de Nueva York”.

El informe provocó una reprimenda pública de otro cliente de Boies, el New York Times, publicació­n que el 5 de octubre informó por primera vez sobre las acusacione­s contra Weinstein. El

NYT dijo en un comunicado que terminaba su relación con la firma de Boies, a la que contrató para varios casos en los últimos años. Describió

A los superaboga­dos, al igual que los productore­s de Hollywood, a menudo se les permite hacer sus cosas porque se les considera como que son más inteligent­es que los demás”.

la “operación secreta de espionaje” que se dirigió a sus periodista­s como “reprobable”.

Boies dijo que no tuvo ningún papel en el reclutamie­nto o la dirección de Black Cube. Dice que se involucró en el contrato con la firma como resultado de una “disputa de facturació­n”, y que “no se pensó bien y ese fue mi error”. En un memorando dirigido a su personal, Boies explica que este año se negó a trabajar con Weinstein en lidiar con las acusacione­s de agresión sexual. Agregó que Weinstein ya no era un cliente.

Estar en el lugar equivocado en el momento equivocado es un mal negocio para un abogado del nivel de Boise. A los superaboga­dos, al igual que los productore­s de Hollywood, a menudo se les permite hacer sus cosas porque se les considera como que son más inteligent­es que los demás.

Cuando las personas que conocen a Boise hablan de él, mencionan su prodigioso intelecto. Nacido con dislexia en la comunidad agrícola de Sycamore, Illinois, escuchaba a su madre leer y memorizaba la informació­n. Esa habilidad le ayudó mucho. Después de obtener un título en leyes en Yale, se unió a Cravath, Swaine & Moore, y a los 31 años de edad se convirtió en el socio más joven de la firma. En 1997, cuando salió de Cravath para comenzar su propia empresa, el

NYT lo llamó un “litigante superestre­lla”. Después de terminar con Westmorela­nd, el general dijo que le encantaría tener un abogado como Boies. Como abogado del gobierno de Estados Unidos ayudó a asegurar un arreglo extrajudic­ial con Microsoft. La capacidad de Boise fue del mismo nivel que la de Bill Gates, tanto que el jefe supremo del software quedó sorprendid­o. “Yo soy la persona que tiene buena memoria”, protestó Gates a la revista Vanity Fair. “Él es quien trata de confundir a la gente”.

Otro ejemplo clásico se produjo cuando libró su exitosa batalla judicial a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Su compañero en la tarea fue Ted Olson, quien representó a George W. Bush en la disputa sobre la elección presidenci­al de la Florida en 2000, cuando Boise trabajaba para Gore. El caso dividió al país pero acercó a los abogados. “David es un hombre extraordin­ariamente inteligent­e”, dijo Olson. “Superó una discapacid­ad de lectura. Procesa la informació­n muy, muy rápido. Recuerda las cosas muy bien”.

Su capacidad intelectua­l le permitió a Boise saltar como un artista de circo de un caso complejo a otro durante una carrera que abarca medio siglo. Es un hombre al que se conoce por realizar varias conversaci­ones telefónica­s al mismo tiempo. Incluso, mientras respondía al escándalo de Weinstein, Boise volvió a los titulares en una polémica disputa relacionad­a con el fútbol americano.

©The Financial Times Ltd, 2017. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribu­ido o modificado de manera alguna. Milenio Diario es el único responsabl­e por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabi­lidades por la precisión o calidad de la traducción.

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