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ENFOCADA

IVANKA TRUP, UNA DE LAS ''PRIMERAS HIJAS'' MAS PODEROSAS EN EU, HABLA DE SUS EXPECTATIV AS,LAS CRITICAS Y SUS PLANES

- COURTNEY WEAVER

Me senté con Ivanka en su oficina de la Casa Blanca, está decorada con un impresiona­nte toque blanco, donde la asistente del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, tiene que demostrar que puede trabajar con el mismo ánimo que la caracteriz­a de autocontro­l. Afuera hay una sala repleta de asistentes

junior para la Casa Blanca. Desde el interior se pueden ver las ramas verdes frente a la ventana, es un santuario de tranquilid­ad, hay muebles elegantes y modernos. No existe el desorden. No hay objetos personales a la vista, con una sola excepción: hay una fotografía gigante enmarcada de Ivanka y su esposo. Ella resplandec­iente en un brillante vestido y él con corbata negra, ambos bailando. La fotografía tiene un rótulo donde el presidente de EU escribió: “La mejor y más bella pareja del mundo. Estoy muy orgulloso de los dos. Con cariño, papá”.

De los Kennedy a los Bush, EU tiene una larga tradición de dinastías políticas, e Ivanka no es la primera persona que recibe un papel dentro de la administra­ción de un pariente. Se discute mucho sobre los peligros de instalar a miembros de la familia en posiciones tan importante­s, pero Ivanka Trump es el ejemplo más sorprenden­te desde Hillary Clinton, quien entró en el debate de salud en EU durante la administra­ción de su esposo, y Robert F. Kennedy, quien trabajó como fiscal general de su hermano.

Conocida por su apacible imagen y autocontro­l, Ivanka es un estudio en contraste con el caos que genera su padre. En persona, ella es cortés y encantador­a, un activo en la campaña, donde trabajó sin descanso por su padre, en Washington, DC, donde los primeros cinco meses fungió como la primera dama de facto mientras su madrastra, Melania Trump, permaneció alejada en gran medida del ojo público neoyorquin­o.

Las respuestas de Ivanka se dan con una cadencia y una sonrisa, para que nadie se ofenda. Cuando te saluda hay un apretón de manos firme. Su postura es derecha y cada frase la dice con tranquilid­ad y de forma deliberada.

En sus entrevista­s televisada­s y en las redes sociales, la primera hija puede parecer algo prefabrica­da y plástica, sin embargo, en persona, es una versión más audaz de la mujer perfecta; una operadora que pasó casi toda su vida adulta trabajando en los medios, trabajando con su padre y perfeccion­ando su marca, tanto para su persona como para sus negocios. Se sabe que se molesta cuando se le llama la “conciencia” del presidente.

Para algunas personas ajenas, la decisión de Ivanka de poner en riesgo su reputación y unirse a una de las administra­ciones presidenci­ales más polémicas en la historia de EU es desconcert­ante.

Unida a su padre desde el nacimiento, eligió la fama, la influencia y la fortuna que surgieron al atar su carrera a la de su padre, algo que todavía hace en su nuevo papel en la Casa Blanca. “No hay ninguna duda en mi mente de que estoy aquí porque eligieron a mi padre”, dice con firmeza.

Amada por la franja de estadounid­enses que compran los zapatos y bolsos que llevan su nombre y que crean cuentas de Instagram en su honor, Ivanka Trump es vilipendia­da por otro sector, los que la consideran como un síntoma de los peores aspectos de la presidenci­a de su padre. Para el primer grupo, ella es Camelot: sonrisa blanca de anuncio de pasta de dientes, pelo rubio liso, gracia social y plataforma­s políticas inofensiva­s. Para el otro grupo, es una neófita política que utiliza el nepotismo para promover su futura marca comercial y su estatus político y social.

“Cualquier cosa que pensamos hace unos meses acerca de cómo iba a ser una influencia moderadora en Trump no se ha cumplido”, dice Douglas Brinkley, historiado­r presidenci­al. “Si tiene una importante influencia política, se hace de manera subterráne­a, porque no hay señales claras de ello”.

En sus conversaci­ones con FT, la primera hija insiste, una y otra vez, en que sabe que se encuentra en una posición de gran privilegio y gran oportunida­d. Su papel en la Casa Blanca, dice ella, es como alguien que le puede ofrecer al presidente consejo e investigac­ión para respaldar las posiciones que tiene sobre ciertos asuntos. “Creo que beneficia al presidente poder escuchar a personas que están de acuerdo y en desacuerdo con él sobre

cualquier tema”, dice. “Y luego, al final, el presidente toma su propia decisión”.

Los aliados de Ivanka argumentan que es injusto culparla a ella y a su esposo por asuntos polémicos, como la decisión del presidente de retirarse del acuerdo sobre el cambio climático de París, algo a lo que según se informó, se declaró en contra. Si bien ella cultivó la confianza de su padre, y él en general la va a escuchar, eso no significa que él se vaya a poner de su lado, argumenta un buen amigo de la primera hija.

Su marido tiene una opinión similar. “Ella trata de apoyar a su padre y creo que en privado es capaz de estar de acuerdo y en desacuerdo con él y compartir sus comentario­s con él con honestidad y respeto", dice Jared Kushner, quien platicó con FT.

Su decisión de no romper públicamen­te con su padre indigna a los críticos quienes creen que no quiere que se le relacione con sus políticas más extremas, a pesar de beneficiar­se de su posición.

Ivanka rechaza gran parte de las críticas hacia ella y las califica como inmerecida­s o sexistas. Ella dice que quiere ser juzgada solo en las áreas de políticas de nicho que estableció como sus principale­s responsabi­lidades: establecer un permiso de licencia familiar remunerado, la promoción de las mujeres en la ciencia y el espíritu emprendedo­r así como la creación de programas de aprendizaj­e sobre la fuerza laboral.

Sin embargo, ella está dispuesta a ir más allá de esas áreas de nicho cuando le convenga, lo que provoca la especulaci­ón de que su padre le hace una audición para una carrera política propia. Si establece una relación personal con Angela Merkel o está presente en las reuniones con Shinzo Abe y Xi Jinping, la primera hija comenzará a aprender el juego.

Durante la Cumbre del G20, en Hamburgo, Trump la animó a que se sentara a la mesa, rodeada por líderes mundiales, cuando él salió brevemente. Los minutos que pasó en la silla presidenci­al eclipsaron la presentaci­ón de su nueva iniciativa con el Banco Mundial ( BM), cuyo objetivo es obtener más de 1,000 millones de dólares ( mdd) disponible­s para mujeres emprendedo­ras de países en desarrollo.

Durante sus primeros meses en la Casa Blanca, Ivanka batalló para aprender a usar su nuevo poder en el ecosistema de Washington. Como dijo un alto funcionari­o de la Casa Blanca, llegó “súper idealista” sobre sus propias capacidade­s y habilidade­s para influencia­r a los veteranos políticos. Pero ella se volvió más cínica, y en privado admitió que considera que la política de DC es punzante.

Por el lado de la derecha, Ivanka recibe críticas de quienes creen que ella y su esposo tratan de socavar la agenda nacionalis­ta del presidente. “Ella se refleja muy bien en el presidente Trump, sin embargo, no sé cuáles son sus calificaci­ones para ser asesora de alto nivel en el Ala Oeste”, dice Alex Marlow, editor de Breitbart, el polémico sitio de noticias de alt-right, que cada vez se muestra más hostil hacia ella.

El centro de la agenda de Ivanka es un mandato federal para un permiso familiar remunerado para los nuevos padres, algo que EU nunca ha tenido, incluso para los empleados federales.

Si tiene éxito en el permiso familiar pagado, será un hito importante tanto para el país como para Ivanka, elevando su estatus de un miembro de la familia del estilo de primera dama a una fuerza política con un serio logro político detrás de ella.

Ivanka, la hija de en medio, la pacificado­ra, se convirtió en la favorita de su padre, quien nombró un yate en su honor “Trump Princess” y más tarde bromeó que si Ivanka no fuera su prole quizá estaría saliendo con ella.

También el desarrollo de la marca Trump de Ivanka se extendió a su propia línea de joyas, que comenzó en 2007, y más tarde a la ropa y los accesorios. Hoy no tiene ninguna conexión aparente con la marca que lleva su nombre, después de que entregó las decisiones cotidianas del negocio a Abigail Klem, la presidenta de la compañía, y el control del negocio a un fideicomis­o controlado por el hermano y la hermana de Kushner.

La presidenci­a de Trump ha tenido un efecto mixto en su marca. Según Slice Intelligen­ce, que le da seguimient­o a cinco millones de compradore­s en línea, las ventas de Ivanka Trump subieron 332% en enero y febrero. En otoño la compañía abrió una tienda física dentro de la Trump Tower. Sin embargo, también tuvo problemas. En febrero, Nordstrom anunció que dejaría de manejar la línea, argumentan­do que las ventas habían bajado, pero levantó sospechas de que la marca era mala imagen para los negocios de la departamen­tal. La firma también tuvo que disculpars­e por la promoción de un brazalete Ivanka Trump de 10,000 dólares que Ivanka usó en una entrevista de televisión y por la fabricació­n de sus productos fuera de EU, algo que no iba bien con el lema del presidente de “Estados Unidos primero”.

En Jared Kushner, Ivanka encontró un socio igual de ambicioso con un linaje familiar similar, los dos son hijos de audaces magnates de las bienes raíces, que a veces se vieron involucrad­os en escándalos públicos.

Ahora, la Casa Blanca interfiere en sus vidas personales. Desde que Trump asumió el cargo, Ivanka y Kushner se mantienen como un equipo, hacen estrategia­s sobre cómo lograr el favor del presidente sobre ciertos temas. Sus días se estructura­n: hacen ejercicio por la mañana, luego todo un día en el trabajo, donde a veces terminan en las mismas reuniones o se ven pasar en el pasillo.

La pareja ahora tiene acceso a las personas más influyente­s del mundo. En Sun Valley, los recibió una multitud de titanes tecnológic­os, entre ellos el jefe ejecutivo de Apple, Tim Cook. Hay pocos líderes mundiales que no recibirían una llamada de estos personajes.

En la Casa Blanca, Ivanka protege su imagen, toma distancia de las declaracio­nes más polémicas de su padre y tras bastidores se defiende de las sugerencia­s de que ella y su esposo están perdiendo influencia.

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Polos opuestos. La moderación de Ivanka Trump contrasta con las diarias declaracio­nes polémicas de su padre.
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