JIM MATTIS, PARA PERSONA DEL AÑO
A diferencia de los aduladores del gabinete estadounidense, el secretario de Defensa se muestra con agallas frente a su jefe, el presidente Donald Trump.
En contraste con Donald Trump, quien afirma que rechazó la solicitud de una sesión fotográfica para la revista Time para su próxima edición de la persona del año, Jim Mattis, secretario de Defensa, no busca la gratificación de los medios.
El general jubilado es un modelo de ego por una causa más grande. Él es la segunda persona más importante en la administración Trump.
Su valor proviene de su carácter. En la primera reunión de Trump con su gabinete, en junio, los jefes superan en la adulación presidencial. Mike Pence, el vicepresidente, dijo que el mayor honor de su vida era servir a un hombre que “mantenía su palabra al pueblo estadounidense”. Por su parte, Reince Priebus, el entonces jefe de gabinete, agradeció a Trump por la “bendición que nos da para servir en su agenda”.
Todos hicieron su mejor esfuerzo para sonar como los integrantes del gabinete del presidente norcoreano Kim Jong-un. Para ser justos, Trump abrió la reunión al modo de Pyongyang: “Nunca hubo un presidente… que haya aprobado más legislaciones, que haya hecho más cosas de lo que hemos hecho”, dijo Trump, a pesar de que aún no ha aprobado un proyecto de ley significativo.
En ese contexto, Mattis mostró agallas al declarar su verdadero papel: “Es un honor representar a los hombres y mujeres del Departamento de Defensa”, dijo. El ejército dew Estado Unidos ( EU) existe para que “nuestros diplomáticos siempre negocien desde una posición de fuerza”, agregó. No mencionó a Trump.
Allí —en esa demostración de la Casa Blanca de Potemkin— estaba el núcleo de cómo se desarrolla la presidencia de Trump. El espectáculo es de un solo hombre. Los otros, con la excepción de Mattis, son prescindibles. De hecho, Trump a menudo se burla de su personal sobre lo fácil que es poder despedirlos. Los bullies nunca respetan a los aduladores. Sin embargo, Trump no ha tomado ese riesgo con Mattis ni una sola vez. Las posibilidades de desatar su renuncia serían demasiado altas.
Pero supongamos que renunciara o que lo despidieran. De hecho, es posible en algún momento. Mattis contradijo al presidente en varias políticas críticas. Trump tuiteó en Corea del Norte: “Hablar no es la solución”. Unas horas después, Mattis dijo: “Nunca nos quedamos sin soluciones diplomáticas. Siempre buscamos más”.
Cuando Trump dijo que el acuerdo nuclear de Irán fue un desastre, Mattis le dijo al Congreso que le recomendaría al presidente que cumpliera con el trato. Cuando Trump dijo que los estadounidenses transgénero ya no serían elegibles para servir en el ejército de EU, Mattis mató la iniciativa al solicitar una revisión. Lo más revelador es que lo escucharon tranquilizando a un grupo de soldados estadounidenses en el extranjero para que se mantuvieran fuertes mientras la tormenta azotaba en casa. “Simplemente mantengan la línea hasta que nuestro país regrese a la comprensión y al respeto entre sí”, dijo Mattis. “Vamos a recuperar el poder de la inspiración”.
Esperemos que su pronóstico sea el correcto. Mientras tanto, los aliados de EU se convierten en expertos en disonancia cognitiva. Por un lado, escuchan que el presidente de EU degrada su valor mientras alaba a los adversarios de EU. Por otro el jefe de la Defensa le dice a los aliados lo que quieren escuchar. EU no ha cambiado, dice. La frase: “Estados Unidos primero” nunca ha salido de la boca de Mattis.
Las personas que rodean al secretario de Defensa no evitan hablar sobre cuál es su papel. En el exterior, eso significa seguridad estratégica. En casa significa cuidar a Trump.
Cuando le pregunté a un alto funcionario del Pentágono que enumerara las tres prioridades estratégicas del departamento, esperaba que Corea del Norte encabezara la lista. La respuesta fue: “Educar al presidente, educar al presidente y educar al presidente”. Los aliados de EU saben que Mattis hace esto, al igual que la gente en Washington.
¿ Pero qué pasaría si el secretario de Defensa tuviera que dejar su cargo? Imaginen si Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York, o Chris Christie, el gobernador saliente de Nueva Jersey, sustituyeran a Mattis. Cualquiera de los dos no duda- ría en aceptar el trabajo. Una de las razones por las que todavía duermo por las noches, es porque Trump necesitará pasar por encima de Mattis para usar armas nucleares. Mattis les aconseja a los soldados “activen su cerebro antes de usar sus armas”.
En un momento en que se desmantela el servicio de relaciones exteriores de EU, Mattis argumenta cuanto más gaste EU en diplomáticos menos tendrá que gastar en municiones. Estas son enseñanzas sabias. Su apodo puede ser “Mad Dog”. En realidad, Mattis es un ser humano racional. En estos momentos, y tan solo por eso, merece una medalla, como el hombre del año.
“Trump a menudo se burla de su personal sobre lo fácil que es poder despedirlos. Los nunca respetan a los aduladores. Sin embargo, Trump no ha tomado ese riesgo con Mattis”.