La mira sobre el sol
La inversión en energía limpia en Chile se duplicó en comparación con la tasa global en la última década.
20% DE LA ELECTRICIDAD FUE GENERADA, A PARTIR DE FUENTES RENOVABLES, DURANTE EL GOBIERNO DE MICHELLE BACHELET.
El silencio en El Romero es engañoso. Apenas se rompe cuando se escucha el zumbido ambiental de los transformadores; suceden una infinidad de cosas debajo de la superficie de los gigantes paneles solares que cubren 280 hectáreas del árido paisaje montañoso del norte de Chile.
Cerca de 200 megawatts por hora provenientes de la planta de energía solar más grande de América Latina se incorporan a las líneas de transmisión cercanas, las cuales se extienden 600kilómetros al sur hasta la capital Santiago, uno de los lugares más secos y soleados de la tierra.
“Esta es la cara del futuro de Chile”, dice José Ignacio Escobar, gerente general de Acciona en Latinoamérica, la compañía española que construyó y opera El Romero. “Chile puede ser pobre en energía fósil, pero es muy rico en renovables”.
Hasta hace poco, Chile comenzó a aprovechar la formidable energía del sol del Atacama. Apenas hace cinco años, el país producía cantidades insignificantes de energía renovable, y tenía una fuerte dependencia de las importaciones de sus vecinos poco confiables, por lo que sufría de apagones y tenía uno de los precios de energía más altos de la región.
Pero esta escasez de combustibles fósiles impulsó un auge sin precedentes en inversión en energías renovables — especialmente la solar— a pesar de una contracción de la inversión en casi todos los demás sectores durante el período de estancamiento económico posterior al fin del auge de las materias primas. Chile ahora produce una parte de la energía más barata del mundo, alimentando las esperanzas de que se convertirá en una especie de Arabia Saudita.
Después de unirse a México y Brasil en la clasificación de los diez mercados más grandes de energía renovable en el mundo, Chile encabeza la transformación de energía limpia en América Latina, donde la inversión en renovables aumentó al doble en comparación con la tasa global en la última década.
“Es la gran revolución silenciosa del gobierno de Michelle Bachelet, por la que será recordada después”, dijo Eugenio Tironi.“El sello de nuestro gobierno son las reformas que buscan reducir la desigualdad, pero si no hubiéramos resuelto nuestro problema de energía, hubiera sido más difícil implementar las reformas sociales”, dice Andrés Rebolledo, ministro de Energía de Chile.
Tras implementar regulaciones que abrieron a la competencia el sector oligopólico de la energía en Chile, el gobierno de Bachelet logró, en octubre de este año, cumplir con su objetivo de generar 20% de la electricidad a partir de fuentes renovables antes de 2025, en su mayoría con energía solar y eólica.
En una señal de lo lejos que ha llegado Chile y la seriedad con que se tomaron las promesas de los candidatos de las elecciones presidenciales quienes hacen campaña sobre la base de que el país va a producir 100% de su energía de fuentes renovables en 2040, algo que los expertos consideran que se puede lograr. “No creo que alguien pensara que la transformación de Chile hacia los renovables ocurriría tan rápido, y sucedió sin subsidios”, dice Bart Doyle, quien maneja las operaciones en Chile de la empresa irlandesa Mainstream.
Aunque las licitaciones de Chile para abastecer la red están abiertas a todas las empresas en términos iguales, gracias a la mejora tecnológica y al potencial de Chile en renovables, son capaces de producir energía solar a casi la mitad del costo de las plantas energéticas alimentadas por carbón.
Esto se hizo posible a través del cambio regulatorio del gobierno de Bachelet, que fue dividir el día en tercios, lo que hizo a la energía solar especialmente competitiva para las empresas que buscan abastecer de energía en el tercio del medio, solo durante las horas con luz de día.
Los costos de la energía en Chile cayeron 75% desde que comenzaron las licitaciones hace tres años, y la más reciente produjo la segunda oferta más baja en el mundo por energía solar de 2.1 centavos de dólar por kilovatio hora. Pero los precios cayeron tanto, que Doyle advierte sobre “las innovaciones no probadas” de la tecnología de vanguardia, y que las empresas podrían estar ofreciendo por debajo del costo de la producción.
“No todo lo que brilla es oro”, advierte Escobar, quien cree que es necesario implementar nuevas regulaciones que enfrenten temas de largo plazo. “No podemos dejar que esta maravilla se transforme en una pesadilla”, concluyó.