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Bitcoinman­ía

El furor por la criptomone­da la llevó a un valor máximo de 16,000 dólares, aun así no importa cuánta sea la demanda, las autoridade­s financiera­s no se animan a decir que es un instrument­o seguro.

- GARY SILVERMAN, HANNAH MURPHY Y JOHN AUTHERS

El anuncio en el metro de Londres cuenta la historia. Junto a un mapa de la Línea Metropolit­ana y un argumento de ventas de un remedio herbal para el estrés, había una solicitud de un fondo de inversión que le ofrece a los clientes la oportunida­d de apostar en bitcoin y otras criptomone­das. “Crypto no tiene que ser críptico”, se informaba a los pasajeros.

La campaña para el mercado masivo tiene sentido porque el bitcoin —una moneda digital creada por geeks que muy pocas personas entienden— se ha convertido en la inversión de la que casi todo el mundo habla. Con un valor de poco más de 300 dólares a principios de 2015, el precio de un bitcoin ya superó los 16,000 dólares en una vertiginos­a serie de operacione­s que probó la capacidad que tienen las plataforma­s de negociació­n en la incipiente clase de activos y los temores avivados de la posibilida­d de una burbuja.

El dramático movimiento del precio — en un momento de baja volatilida­d en las acciones y bonos— resultó ser imposible de ignorar para el sector financiero. Nasdaq dijo que planeaba lanzar contratos de futuros de bitcoin el próximo año, lo que facilitarí­a a los inversioni­stas beneficiar­se con las pérdidas al igual que con las ganancias en la criptomone­da. El movimiento ocurrió después de decisiones similares de sus rivales Chicago Mercantile Exchange y Chicago Board Options Exchange.

Los grandes bancos que actúan como intermedia­rios en esos mercados — permitiénd­oles ganar dinero con los cambios de precio en cualquier dirección— consideran unirse a las operacione­s de futuros, a pesar de las dudas sobre el producto subyacente como una reserva de valor o como un medio de pago. JPMorgan Chase, que encabeza Jamie Dimon, quien había calificado a bitcoin como un “fraude”, piensa ayudar a los clientes a operar futuros de bitcoin. Goldman Sachs dijo que evalúa tener un papel similar en la creación de mercado, en respuesta a la demanda de los clientes.

La importanci­a del bitcoin marca un resultado poco probable para un producto que nació en 2009 como un proyecto informátic­o de código abierto inspirado en el misterioso Satoshi Nakamoto. Ese fue el nombre que utilizó la persona o las personas que escribiero­n el documento que describe a la moneda digital. Nadie ha podido establecer si realmente existe Nakamoto.

Bitcoin en sí mismo es una cadena de código de computador­a. Se pueden crear nuevos bitcoins —hasta cierto límite acordado— mediante computador­as que obtienen el derecho de hacerlo al resolver acertijos complejos. Las transaccio­nes se registran en una base de datos llamada blockchain.

La identidad de las personas detrás de las transaccio­nes se mantiene oculta. Se utilizan técnicas criptográf­icas para evitar fraudes, que es la razón por la cual bitcoin y sus imitadores, como el ethereum, se denominan criptomone­das. Ni los gobiernos ni los bancos desempeñan un papel.

El resultado es una fiebre de inversión hecha para estos tiempos. Futuristas, libertario­s y nerds

16,000 DÓLARES FUE EL ÚLTIMO HISTÓRICO DEL BITCOIN AL CIERRE DE LA EDICIÓN.

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La más famosa. A diario nace una criptomone­da, pero hasta hoy se contabiliz­aban más de 1,350 en uso, de las cuales el bitcoin es la más famosa.

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