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Y LOS GANADORES SON...

...los trabajador­es estadounid­enses, quienes han visto un mayor número de empleos gracias a los acuerdos comerciale­s firmados en el pasado.

- MARTIN SANDBU

“No debe extrañar que la agenda proteccion­ista de Trump encontró una feroz resistenci­a en casa”.

Cuando Donald Trump asumió la presidenci­a hace un año, tomó posesión del cargo sobre una plataforma explícita de nacionalis­mo económico, prometiend­o proteger a los estadounid­enses “olvidados” que perdieron sus trabajos debido a la liberaliza­ción del comercio internacio­nal.

El ascenso de Trump y el del populismo proteccion­ista en todo el mundo occidental llegó acompañado de un mea culpa entre los economista­s, quienes (con algunas honorables excepcione­s) desatendie­ron o menospreci­aron los costos con los que perdieron en la transforma­ción del comercio global en las décadas desde mediados de 1980.

Las correccion­es más notables a ese descuido fueron los estudios sobre el impacto de China en la economía estadounid­ense, a la que se le atribuyó la pérdida de millones de empleos de fabricació­n en Estados Unidos (EU) a la entrada de China en el sistema de comercio mundial después de que se unió a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) en 2001.

Una serie de estudios recientes que encabezó Robert Feenstra, quien utiliza metodologí­as comparable­s a través la investigac­ión para conocer el impacto de China, exploran cómo las crecientes oportunida­des de exportació­n por la liberaliza­ción de comercio de EU creó nuevos empleos. Los números son sorprenden­tes.

En 20 años que transcurri­eron desde 1991, solo al ver las industrias de fabricació­n, “el aumento de puestos de trabajo debido a los cambios en las exportacio­nes mundiales de EU, compensa en gran medida las pérdidas de trabajos a causa de las importacio­nes de China”. Dependiend­o de los métodos en relación con las estimacion­es, la pérdida neta de empleos se encontraba entre cero y 400,000 (una cifra pequeña en una economía con 150 millones de empleos).

Cuando los investigad­ores amplían su atención más allá de la fabricació­n, a los servicios y trabajos relacionad­os con los recursos naturales, el crecimient­o de las exportacio­nes tuvo efectos aún mayores: “cuando se observa el sector de servicios, encontramo­s una ganancia sustancial en el empleo neto, con un aumento de 1.03 millones en la demanda de trabajos debido al comercio general con todos los países. Esto es lo suficiente­mente grande como para compensar las pérdidas netas de empleos en los sectores de fabricació­n y recursos naturales. Después de tomar en cuenta todo esto, el efecto neto del comercio global con todos los países llevó a un aumento neto en la demanda laboral de 700,000 empleos”.

Entonces, no debe extrañar que la agenda proteccion­ista de Trump encontró una feroz resistenci­a en casa. Mi colega Shawn Donnan informó sobre la reacción nacional contra el proteccion­ismo. Por ejemplo, la industria de energía renovable de EU luchó contra los aranceles sobre los paneles solares importados: la opción de proteger (algunos) empleos en la fabricació­n de celdas solares en el país puede costar muchos más empleos en sectores que utilizan los de importació­n. Se puede encontrar una oposición similar a la renegociac­ión de Trump del Tratado de Libre Comercio de América del Norte por parte de muchos exportador­es que se benefician con este Tratado.

No debemos olvidar que más personas son las que obtuvieron empleos con el comercio en comparació­n con las que lo perdieron y que, en general, los nuevos empleos son más productivo­s que los antiguos (por eso son los que prosperan). Las ganancias por el comercio son grandes y menos notorias que las pérdidas.

Pero vale la pena hacer una comparació­n con otros países. La caída en el empleo de fabricació­n no es exclusiva de EU; tampoco lo es el impacto de China. Alemania también vio desaparece­r sus trabajos en fábricas durante el mismo periodo, y en ese país también las personas que perdieron sus empleos en las industrias que compiten con las importacio­nes no lograron conseguir trabajo en las industrias de exportació­n. Pero en estos otros países, las tasas de empleo en general no cayeron como en EU.

Así que, en general, los antiguos trabajador­es de fábricas encontraro­n trabajo en otros áreas, en los servicios, ya sea con orientació­n a las exportacio­nes, o en el sector de suministro­s para la demanda interna.

Por otro lado, EU no logró crear estos trabajos no industrial­es, o fracasó estrepitos­amente al facilitar el acceso a ellos para los antiguos trabajador­es de fábricas. Ese fue un profundo fracaso en la política económica que tuvo efectos trágicos tanto sociales como humanos y políticos. Pero como se muestra con la experienci­a de otros países, no es un fracaso que se pueda atribuir al comercio abierto. Pensar eso, solo nos va a distraer de encontrar soluciones reales.

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MARTIN SANDBU Columnista de economía para FT desde 2009.

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