POR QUÉ AMLO NO LE GUSTA A LOS INVERSIONISTAS
El libre mercado y la Reforma Energética no están entre sus propuestas de gobierno.
Algunos analistas lo comentan abiertamente y otros en forma velada, pero la mayoría coincide en que si López Obrador llega a la presidencia de la República, tendremos una fuerte turbulencia financiera.
Lo primero que lo resentiría sería el tipo de cambio y, seguramente, nuestra moneda perdería terreno respecto del dólar; el movimiento puede ser importante y equivalente a un par de pesos por dólar, en su impacto inicial. Como consecuencia de lo anterior, las tasas de interés no solo cancelarían su posibilidad de moderarse y lo más seguro es que se incrementarían, y la inversión de por sí ya muy detenida, se seguiría restringiendo.
Puede haber fuga de capitales, más de mexicanos que de extranjeros, pero estos últimos recortarán el horizonte de los bonos de largo plazo del gobierno federal que hoy mantienen en sus portafolios. En resumen el panorama no será bonito.
Ante este escenario es importante preguntarnos el porqué de estos miedos, si son razonables o son inventados. La respuesta está en el discurso siempre agresivo de López Obrador en relación con el orden establecido. Critica lo que se ha hecho en el país desde que López Portillo dejó la presidencia; es más, extraña esos años que para él fueron maravillosos como dirigente del PRI, y está claro que su mejor modelo de país sería el que impusieron Echeverría y López Portillo en lo que se conoce por el humor mexicano como la “Docena trágica”.
López Obrador es de los pocos adoradores de los dos más nefastos presidentes que ha tenido nuestro país en los últimos 70 años.
Está en contra del libre mercado, quiere imponer precios de garantía en el sector agrícola, que tuvieron resultados desastrosos cuando se aplicaron en el pasado, es un amante de los subsidios, está en contra de la Reforma Energética que está dando magníficos resultados y defiende con todo a los pseudo maestros de la CNTE, que han destrozado la educación de los niños en Oaxaca, entre otras tropelías. También defiende al Sindicato de Electricistas que tanto daño le hizo a la industria eléctrica nacional y ahora defiende a un líder minero que está acusado de desviar 50 millones de dólares de su sindicato.
Su reverencia por Chávez y Maduro, que oculta en público, queda manifiesta cuando hablan sus colegas que promueven la Revolución Bolivariana en México.
Está en contra de todo, pero no propone nada y lo que propone no tiene ni pies ni cabeza. Dar dinero a los “ninis” es absurdo, pero más es pretender perdonar a los narcos, eso es inaudito.
Los inversionistas son gente razonable que trata de proteger su patrimonio, pero existen muchos millones de mexicanos que aún no pueden ser inversionistas y que están haciendo todo lo posible por lograr sus ambiciones. Estos desean un cambio y tienen razón; un cambio que amplíe las oportunidades y les dé mejores horizontes y no un cambio que propone un falso mesías, que si en él estuviera se convertiría en un dictador y trataría de hacer de México una Venezuela, donde nunca lograron erradicar la corrupción que prometió Chávez y ahora lo único que tienen es cero libertades y hambre.