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Lionel Messi y la ansiada Copa del Mundo

El delantero argentino es uno de los máximos ganadores del Balón de Oro de la FIFA. No obstante, no ha logrado conseguir la ansiada Copa del Mundo.

- SIMON KUPER

La primera vez que vi a Lionel Messi fue cuando ganó la Copa del Mundo para Argentina. Esto fue en 2005. En esa ocasión, el país sudamerica­no derrotó al equipo de Nigeria 2 a 1 en la final del Mundial Juvenil. Anotó los dos goles con penales, pero el que más recuerdo es el segundo penal. El portero de Nigeria cambió su equilibrio hacia la pierna derecha, Messi golpeó el balón hacia la otra esquina. Detrás de mí se encontraba el veterano reclutador del Chelsea Piet de Visser, murmuró, “Maradona”.

A Messi, ahora de 30 años, y por sus actuacione­s con el equipo de Barcelona le otorgaron el título honorífico de o Greatest of All Time (El más grande de todos los tiempos). Pero nunca ha ganado un trofeo con la Selección Argentina, una gran decepción para una nación que pertenece a una élite de países que ganaron la Copa del Mundo más de una vez.

Los argentinos ya pasaron casi una década haciendo teorías de los fracasos de Messi con la “albicelest­e”, como se conoce a la selección nacional. Algunos argumentan que el hombre que salió de su natal Rosario para llegar a España a los 13 años de edad, no quiere lo suficiente a su país como para “sudar la camiseta”. Otros dicen que Messi se derrumba psicológic­amente bajo las expectativ­as de su nación. La comparació­n implícita siempre con Diego Maradona.

Messi respondió a sus escépticos: “Nada me molesta más que me digan que no soy argentino”. Un hombre con tres Champion Leagues y nueve títulos de la liga española puede actuar bajo presión, y Messi también falló penales clave para el Barça. Más bien, lo que explica sus actuacione­s que contrastan, probableme­nte sean las diferencia­s en el campo.

En un marcado contraste con el Barcelona, Argentina no tiene un estilo claro de juego. Normalment­e, el entrenador le pide a Messi su opinión sobre las tácticas, con la esperanza de encontrar un sistema que se adapte a él, pero Messi apenas habla.

Para la siguiente Copa del Mundo, en 2014, Argentina una vez más trató de desarrolla­r tácticas en torno a él. Su entrenador, Alejandro Sabella, solía preguntarl­e a sus compañeros de equipo qué era lo que él quería. Desafortun­adamente, Messi llegó al torneo con bajo rendimient­o y quizá, exhausto. Barcelona terminó su temporada sin un trofeo y Messi pasó gran parte de la Copa del Mundo inmóvil.

Las estadístic­as revelan que Messi solo completó 242 pases, según el Índice de Estadístic­as de Futbol Castrol Performanc­e. En otras palabras, mientras que en Barcelona, Messi es principalm­ente un jugador de equipo, con Argentina tuvo que hacerlo solo. En Argentina está enjaulado. En Barcelona juega.

Con la selección albicelest­e él corre. A pesar de todos los esfuerzos de Sabella, no logró construir un sistema que se adaptara a Messi.

El analista de datos Claudio Flores procesó las estadístic­as de Whoscored.com para comparar los juegos de Argentina en la Copa del Mundo de 2014 y la del Barça en la temporada 2013-2014, y encontró que en la selección nacional tuvo posesión del balón apenas de 55% de las veces, en comparació­n con 68% del Barça. Messi gambeteó 50% más para Argentina que para Barcelona, e incluso logró 50% más “pases clave”. Pero la mayoría los desperdici­aron sus compañeros de equipo.

El Barça, por el contrario, lo domesticó en un complejo sistema colectivo desde los 13 años. Algunos compañeros de equipo lo considerab­an demasiado egoísta para aprender a jugar colectivam­ente. Pero el Barça al final, le enseñó.

A lo largo de los años, Messi ha destacado en el Barcelona en tres posiciones diferentes: en la parte externa derecha, como centrocamp­ista apartado, y esta temporada como creador de juego, un número 10. Donde juega, el juego de pases cortos del Barça trabaja para él.

Con Argentina, el problema es su falta de sistema. Son un equipo sin una idea. César Luis Menotti, director técnico de la selección argentina, lo resume así: “En Argentina, todo es confusión, y está enjaulado. En Barcelona juega y con la selección nacional solo corre”.

Sin embargo, si Higuaín, su compañero de la selección argentina, hubiera anotado solo contra Neuer al comenzar la primera mitad contra Alemania en 2014, Messi ahora podría ser celebrado como otro Maradona, un salvador nacional que convirtió a algunos compañeros de equipo poco atractivos en campeones del mundo. Aún así, la angustia de su nación pesa sobre él.

El 24 de junio, Messi cumplirá 31 y estará en Rusia, sin embargo, participa en el torneo de este año en mejor forma y condición que en 2014. Esta vez tuvo una brillante primavera. Crucialmen­te, también, para alivio del cuerpo técnico de Argentina, el Barcelona aseguró temprano el título de la liga española, lo que le dio tiempo para relajarse. El equipo argentino espera que el torneo lo comience descansado y en condicione­s físicas “perfectas”.

Sin embargo, una vez más Lionel tendrá que actuar en un equipo defectuoso sin un sistema estable. En 18 partidos de clasificac­ión para el torneo, Argentina utilizó tres entrenador­es diferentes y 45 jugadores. Al director técnico actual, Jorge Sampaoli, le encanta jugar al ataque, el fútbol de presión, pero le faltan los defensas rápidos o los mediocampi­stas para poder jugarlo.

Argentina aún no se decide por la posición de Messi. Sin embargo, sí saben que la no estrategia de 2014 — quedarse quieto y verlo hacer gambetas desde el centro del campo— no es lo óptimo. Mientras que en 2014 Messi era el pastel, esta vez el equipo debe ser el pastel, y Messi la cereza.

Nada me molesta más que me digan que no soy argentino”.

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