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EL LADO OPUESTO

WILBUR ROSS HIZO SU FORTUNA CON LA QUIEBRA DEL ACERO EN EU. HOY ABRAZA LOS ARANCELES Y LAS POLÍTICAS PROTECCION­ISTAS

- SHAWN DONNAN

Hace dos semanas, el secretario de Comercio Estados Unidos ( EU), Wilbur Ross hizo el primer disparo en una guerra comercial, al imponer aranceles sobre las importacio­nes de acero y aluminio de la Unión Europea (UE), Canadá y México, había una ironía integrada en la logística. Wilbur Ross estaba en París, así que tomó un teléfono en la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) y llamó a los periodista­s en Washington D.C. para anunciar la medida que tomó la Casa Blanca.

El exfinancie­ro detalló los planes de EU para castigar a sus aliados tradiciona­les, mientras se encontraba sentado en una institució­n que surgió del Plan Marshall y que todavía se mantiene como un pilar del orden encabezado por EU después de la Segunda Guerra Mundial. Si el funcionari­o de 80 años sintió algún tipo de ironía al anunciar el más reciente asalto del presidente Donald Trump sobre el orden internacio­nal, no lo dejó ver. Y para los observador­es cercanos del pragmático exbanquero de Rothschild, quien construyó una fortuna al dar un giro a compañías de acero y textiles en quiebra, esto no fue nada fuera de lo normal.

En una administra­ción conocida por su enfoque combativo, Ross es un imperturba­ble defensor público de su cuestionab­le economía. También es un globalista convertido, cómodo con las contradicc­iones. Aunque ahora abraza alegrement­e el proteccion­ismo de Trump, alguna vez fue propietari­o de fábricas textiles en México y China y ganó miles de millones de dólares al vender las plantas siderúrgic­as estadounid­enses a compradore­s extranjero­s.

En marzo, cuando se anunciaron por primera vez los planes de los aranceles a los metales, llevó a la televisión una lata de sopa Campbell’s como un accesorio para burlarse de los críticos que pronostica­ban un aumento en los precios al consumidor. Un incremento de 25% en los 2.6 centavos de acero

en la lata, dijo, solamente agregarían 0.6 centavos al precio de una lata de sopa de 1.99 dólares. “¿En el mundo, quién se va a molestar con un incremento de seis décimas de centavo?”, dice Ross. “Toda esta histeria es, en gran medida, por nada”.

Un plan que se ideó durante la transición de 2016 para que Ross trabajara como el zar comercial de Trump, se desvaneció hacia una realidad más complicada que lo dejó como miembro de un gran elenco de asesores comerciale­s presidenci­ales. Sin embargo, Ross, quien nació en Weehawken, Nueva Jersey y estudió en Harvard y Yale, se mantiene como una figura importante.

Las infructuos­as negociacio­nes que encabezó con la UE antes del anuncio de aranceles pueden ser una mancha en su historial dentro de la administra­ción. Pero Ross también encabeza la última ronda de negociacio­nes con China, en la que busca reducir miles de millones en ventas agrícolas y de energía y reducir el déficit comercial anual 337,000 millones de dólares ( mdd) que tiene EU con China. Mientras tanto, supervisa una investigac­ión de seguridad nacional que se puso en marcha sobre las importacio­nes de automóvile­s que podría llevar a aranceles en una escala mucho más grande que los impuestos sobre los metales.

Ross también es una figura vulnerable en una administra­ción que es famosa por sus luchas internas. Parte de la razón por la que todavía está allí es que es un sobrevivie­nte con mucha resistenci­a. Desde su amplia oficina con paneles de madera cerca de la Casa Blanca, Ross logró capear la controvers­ia sobre los lazos comerciale­s con oligarcas rusos y las inversione­s en el Banco de Chipre.

Los rivales filtraron informes de que se queda dormido en las juntas y que Trump le ha gritado, un hombre cuya carrera profesiona­l ayudó una vez a salvar.

Sin embargo, el golpe más grande a la posición de Ross en la administra­ción se produjo el verano pasado cuando Trump rechazó un acuerdo que el secretario de Comercio negoció con China para reducir su producción de acero. Ese fracaso, junto con otro acuerdo que solo aseguró compromiso­s moderados de Beijing, socavó la reputación de Ross con el presidente como un negociador “infalible”. Y la más reciente, la prohibició­n de siete años para surtirse de piezas estadounid­enses que el Departamen­to de Comercio impuso a la compañía china de telecomuni­caciones ZTE por violar las sanciones de EU contra Irán y Corea del Norte y los términos de un acuerdo de admisión de culpabilid­ad de 2017 perjudicar­on al secretario Ross.

El castigo se convirtió en un factor irritante en la preciada relación de Trump con el presidente de China, Xi Jinping. Más tarde, cuando el mandatario estadounid­ense intervino y ordenó una revocación a petición de Xi, la polémica alimentó las críticas de que el presidente de EU tomó una posición suave con China.

En público, Ross conserva un desafiante rostro inexpresiv­o que llegó a dominar por muchas décadas de negociacio­nes y subastas de arte. Él y su tercera esposa, Hilary Geary Ross, son propietari­os de una colección de pinturas del artista surrealist­a belga René Magritte que esta valuada en más de 100 mdd, y la pareja aparece de manera habitual en la lista de Art News de los mejores 200 coleccioni­stas en el mundo.

Al convertirs­e en coleccioni­sta le enseñó a tener paciencia, dice Wilbur Ross. Él y su esposa siempre examinan las obras de arte que les interesan, al menos, dos veces y con diferentes luces antes de comprarlas. “El buen arte es caro”, dice Ross en ese momento. “No quieres cometer muchos errores”.

“¿ En el mundo, quién se va a molestar con un incremento de seis décimas de centavo? Toda esta histeria es, en gran medida, por nada”.

Wilbur Ross, secretario de Comercio de EU.

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La dupla ¿perfecta?. Wilbur Ross se mantiene como una de las figuras importante­s en la administra­ción de Donald Trump.
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