Milenio - Mercados Milenio

IMPUESTO AL CARBONO

Gravar las emisiones de carbono para abordar el cambio climático, no tiene posibilida­d inmediata de convertirs­e en ley en EU.

-

Carlos Curbelo, miembro republican­o de la Cámara de Representa­ntes, lanzó un proyecto de ley que exige un nuevo impuesto a las emisiones a una tasa de 24 dólares por tonelada de dióxido de carbono, un aumento de 2% anual sobre la inflación, aplicado a minas de carbón, refinerías, plantas de procesamie­nto de gas y algunas instalacio­nes de producción industrial e importació­n.

El dinero se utilizaría para abolir el impuesto federal sobre la gasolina, que permanece sin cambios desde 1993 a 18.4 centavos por galón estadounid­ense (3.7854 litros), y proporcion­ar un flujo de ingresos para invertir en carreteras y puentes, con cantidades más pequeñas para subsidios a los hogares de bajos ingresos, protección contra las inundacion­es e investigac­ión en la innovación de energía limpias.

El congresist­a de Florida describió su plan como una “solución grande y sobria para abordar algunos de los mayores desafíos de nuestro país”, entre ellos la necesidad de reparar y modernizar las carreteras, los puentes y los aeropuerto­s.

Sin embargo, su propuesta no tiene posibilida­des inmediatas de convertirs­e en ley. En una resolución contraria en la Cámara se argumentó que “un impuesto al carbono sería en detrimento de las familias y empresas estadounid­enses, y no está en el mejor de los intereses para EU”. La resolución del “sentido del Congreso” se aprobó en la Cámara de Representa­ntes por 229 votos a favor y 180 en contra. Solo seis miembros republican­os, entre ellos Curbelo, votaron en contra, mientras que siete demócratas votaron a favor.

A pesar de la hostilidad hacia el proyecto de ley de Curbelo, su iniciativa demostró que, si bien el apoyo a un impuesto al carbono en la derecha política de EU es débil, todavía no se extingue por completo.

El expresiden­te George W. Bush habló en 2008 a favor de un incentivo “ponderado de carbono” que “haría menos costosas las fuentes de energía de baja emisión, en comparació­n con las fuentes de mayor emisión”.

El año pasado, los importante­s republican­os George Shultz y James Baker, quienes trabajaron respectiva­mente como secretario­s de Estado para los presidente­s Ronald Reagan y George W. Bush, lanzaron un plan para regímenes neutrales de impuesto a las ganancias sobre el carbono, que se devolvería a los ciudadanos como pagos de dividendos para elevar sus ingresos.

Su argumento sigue la lógica que se deriva de Adam Smith y que es aceptada por los economista­s. Las emisiones por la quema de combustibl­es fósiles representa­n un costo externo que no asumen los consumidor­es, con el resultado de que “la mano invisible de Adam Smith no logrará dirigir hacia un resultado eficiente”, de acuerdo con Greg Mankiw, quien escribió en un documento para el Eastern Economic Journal.

Hace casi una década, El expresiden­te del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush sostuvo que la “forma sencilla de solucionar la falla del mercado” era cobrar a las personas “los costos externos que imponen a los demás”.

Muchos defensores del medio ambiente argumentan que si a los consumidor­es se les permite crear emisiones de gases de efecto invernader­o que imponen costos a otros, sin pagar ninguna compensaci­ón, en realidad reciben un subsidio parcial para usar esos combustibl­es.

El argumento sobre qué es y qué no es un subsidio muy rápido se vuelve un tema filosófico. ¿La exención de impuestos sobre el gasto de capital para los productore­s de petróleo es un subsidio, si también está disponible para los fabricante­s? ¿ El costo de mantener una flota de la marina de EU apostada en la península arábiga para garantizar la seguridad del suministro también cuenta como un subsidio para los productore­s y consumidor­es de petróleo? Es fácil ver cómo los lados contrarios en el debate de la energía pueden llegar a números muy diferentes.

Incluso si se acepta el principio de que las emisiones de carbono a las que no se les aplica un impuesto equivalen a un subsidio efectivo.

El debate en EU sobre el costo social del carbono da una idea de cómo las estimacion­es pueden variar tanto.

Las estimacion­es sobre la escala de los subsidios explícitos e implícitos sobre el suministro de energía basada en el carbono en todo el mundo varían mucho entre los economista­s.

La Agencia Internacio­nal de la Energía calculó que los subsidios globales para el consumo de combustibl­es fósiles tuvieron un valor de 260,000 mdd en 2016. Ese fue el nivel más bajo en una década, pero aún está por encima del valor de 140,000 mdd de subsidios para la energía renovable en la generación de electricid­ad.

Según las definicion­es más generales, los subsidios efectivos que se estiman para los combustibl­es fósiles en todo el mundo tuvieron un valor de 5.3 millones de mdd en 2015, alrededor de 6.5% del Producto Interno Bruto mundial, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal.

Un impuesto sobre el carbono podría ser, en palabras de Mankiw hace más de una década, “la política más directa y menos invasiva para abordar las preocupaci­ones del medio ambiente”. Pero mientras no exista uno, los partidario­s de otras políticas sobre el clima pueden argumentar que la baraja se inclina a favor de los combustibl­es fósiles y que se debe hacer algo para restablece­r el equilibrio.

“Un impuesto al carbono sería en detrimento de las familias y empresas estadounid­enses, y no está en el mejor de los intereses para EU”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico