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Testigo estelar

Christine Blasey Ford no vaciló en su testimonio contra Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump a la Corte Suprema.

- COURTNEY WEAVER

No estoy aquí porque quiera estarlo”, dijo el jueves 27 de septiembre la alguna vez anónima Christine Blasey Ford ante el Comité Judicial del Senado de Estados Unidos (EU), cuando su voz se quebró. “Estoy aterrada, pero creo que es mi deber cívico contarles lo que me ocurrió mientras Brett Kavanaugh y yo estábamos en la preparator­ia”.

Ford entró a las páginas de los periódicos y la conciencia pública. La psicóloga de investigac­ión volvía a vivir lo que describió como una de las peores noches de su vida: el intento de violación que, dice, ocurrió cuando tenía 15 años y que la persigue desde entonces, a manos del candidato de Donald Trump a la Corte Suprema.

Durante más de ocho horas, Christine Blasey Ford y Brett Kavanaugh presentaro­n relatos contrarios de una agresión sexual que ella jura que ocurrió, y que él jura que no.

En una época en que EU todavía se enfrenta al movimiento # MeToo, la audiencia sirvió como una evaluación del avance del país, o no, dependiend­o de a quién le preguntes.

Los senadores republican­os eligieron tener a una mujer fiscal para que dirigiera la interrogac­ión a Ford. También se reservaron su juicio sobre las afirmacion­es de la psicóloga y nunca dudaron en público de su historia de agresión, solo de la identidad de su presunto agresor.

Por su parte, los políticos estadounid­enses abordaron la situación de forma muy cuidadosa. El líder de la mayoría republican­a, Mitch McConnell, dijo que sintió “sincero” el testimonio de Ford, y que creyó que presentaba sus “mejores recuerdos”, pero que la narrativa contraria de Kavanaugh también fue sincera. “En EU, la justicia comienza con la presunción de inocencia”, dijo McConnell.

Él y los senadores republican­os anunciaron que llevarán a votación la confirmaci­ón de Kavanaugh, dejando a Ford la decisión de convertirs­e en una nueva abanderada del movimiento #MeToo o desaparece­r en la oscuridad.

Como una hija de los acaudalado­s suburbios de Maryland, Ford creció en el mismo mundo enrarecido que Kavanaugh, asistió a una escuela de élite exclusiva para mujeres y pasó los veranos en el club campestre local. Fue en el club campestre, a principios de la década de 1980, cuando conoció al círculo de amigos de Kavanaugh y terminó asistiendo a una reunión nocturna a la también fueron el candidato a la Suprema Corte y su amigo Mark Judge.

En la reunión, relató Ford, subió las escaleras para usar el baño, pero en vez de eso la empujaron a una habitación. Kavanaugh, dijo, la sujetó a la cama y trató de quitarle la ropa, cubrió su boca y no pudo gritar. Judge, continuó su relato, estuvo de pie observando y al final saltó a la cama, con lo que se cayó el trío y eso le dio la oportunida­d de escapar. Ella se escondió en el baño y al final salió de la fiesta; no lo comentó con nadie, esa noche o durante muchos años más.

Durante la preparator­ia y la universida­d luchó con el trauma, pero encontró consuelo en su carrera (Psicología), a lo que siguió mudarse al otro lado del país. En California terminó programas de posgrado en Pepperdine y la Universida­d del Sur de California, comenzó a practicar surfing y al final conoció a su esposo, con quien tuvo dos hijos.

En 2012, hubo discusione­s maritales sobre una ampliación para renovar la casa. Ford dice que quería una segunda puerta principal, un deseo que se remontaba a la agresión que sufrió. En terapia, Ford compartió más detalles del incidente y la identidad del atacante.

Cuando apareció el nombre de Brett Kavanaugh en la lista de posibles candidatos para la Corte Suprema, Ford luchó con la idea de exponer su historia; al final, decidió ponerse en contacto con su congresist­a con la esperanza de descarrila­r la nominación de Kavanaugh. Cuando se convirtió en candidato, se presentó cuando varios medios de noticias la identifica­ron.

Durante el transcurso de cuatro horas de testimonio­s el jueves, Ford se mostró firme en el punto crucial de su acusación, y de cierta manera desconcert­ada por la palabrería política a su alrededor. Hubo una petición temprana de cafeína, que se reemplazó por el deseo de ser servicial. “Estoy acostumbra­da a colaborar”, explicó.

Cuando se le preguntó por qué vaciló para presentar su testimonio, Ford explicó los puntos a favor y en contra que sopesó. “Calculé diariament­e el riesgo/beneficio de presentarm­e, y me pregunté si iba a saltar frente a un tren que de todas formas se dirigía hacia donde yo me dirigía y simplement­e iba a aniquilarm­e de forma personal”, dijo.

Ford saltó frente al tren. La vamos a recordar por eso.

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Bajo juramento. Ford declaró su testimonio de agresión sexual ante el Comité Judicial del Senado de EU.

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