El futuro me preocupa
La única solución al problema de Pemex es que empiece a invertir en exploración y extracción de crudo, para generar ingresos a corto plazo.
En materia económica tengo la impresión —espero no equivocarme— de que la economía mexicana podrá tener un desarrollo sin muchos sobresaltos, sobre todo en lo referente a la estabilidad.
Las principales variables macro parecen estar razonablemente ancladas.
Es muy posible que la inflación se sitúe dentro de los parámetros de 3% más menos 1%, que se fijó como meta Banxico.
El tipo de cambio podrá mantenerse en una banda de 19.20 a 20.20 pesos por dólar, aunque tendrá momentos de fuerte volatilidad provocados por factores internos que puedan surgir y por cambios en el entorno externo.
En lo anterior jugarán fuerte las expectativas de que se mantengan finanzas públicas sanas y de que la Reserva Federal no cambie su actitud complaciente de mantener las tasas de interés sin cambios.
Por supuesto, todo esto puede cambiar muy rápido. Por ejemplo, la resolución final sobre la disputa comercial entre Estados Unidos y China, si es favorable, tendrá un impacto positivo en el tipo de cambio, pero si no llega a buen puerto nos afectará en forma negativa.
Que la economía estadounidense crezca sobre 2.3% nos favorecerá, pero si la desaceleración es más profunda el efecto puede perjudicar al país.
Dicho lo anterior, la preocupación para el año entrante es mayor desde mi punto de vista, ya que las políticas económicas que se están implementando en México no me quedan claras. Los temas son muchos, pero el más importante se centra en nuestra política energética y, concretamente, en cómo se pretende solucionar el tema de Pemex.
La diferencia de opiniones en el equipo del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador ya se está manifestando.
Por un lado, la opinión de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público está encontrada con la de la Secretaría de Energía.
Sin ser un experto en la materia, por sentido común me parece que Hacienda tiene la razón y está avalada por expertos en la materia, tanto nacionales como extranjeros, y ni qué decir de los mercados financieros.
En cambio, la estrategia de la Secretaría de Energía, sin poder decir que es mala, claramente no es oportuna, ya que de seguirse afectará las finanzas de la paraestatal en los próximos años, y puede comprometer las finanzas del Gobierno Federal.
Quiero pensar que construir la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, es importante. Resulta estratégico y redituable en el mediano y largo plazo, siempre y cuando permita refinar crudo pesado, que es con el que se tendría que abastecer. Sin embargo, el problema de Pemex es hoy, y la única manera de resolverlo es logrando que la petrolera empiece a invertir en exploración y extracción de crudo para generar ingresos a corto plazo.
Al final, es un tema de prioridades. Resolver el tema de Pemex es urgente; refinar crudo pesado se puede atender cuando la actividad principal, que es la extracción de petróleo, se haya resuelto.
La horrible realidad es que no hay dinero suficiente para hacer las dos cosas a la vez, máxime cuando la Reforma Energética que se hizo aún está en etapa incipiente y las nuevas rondas están suspendidas.
Es importante resolver el hoy, porque si no el futuro estará más comprometido.