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El político camaleónic­o

El exsecretar­io de Relaciones Exteriores de Reino Unido casi llega a la cúspide del poder, pero la pregunta es qué personalid­ad tendrá como primer ministro.

- GEORGE PARKER Boris Johnson, candidato conservado­r para ser primer ministro británico

Boris Johnson tiene un pie en 10 Downing Street. A dos semanas de que inició la carrera para suceder a Theresa May como primera ministra de Gran Bretaña, el político más carismátic­o, caótico y divisivo de su generación está arrasando. Su camino hacia el poder ahora está claramente definido.

“Tenemos un largo camino por recorrer”, dijo Johnson después de obtener una victoria decisiva en la primera ronda de votación para el liderazgo del Partido Conservado­r, ganando el respaldo de 114 parlamenta­rios conservado­res, más que los otros tres aspirantes combinados. Pero ahora se mueve con un impulso que amenaza con aplastar a sus rivales.

Incluso George Osborne, excancille­r y enemigo político de mucho tiempo de Johnson, puede ver que la señal es evidente. Osborne, editor del London Evening Standard, salpicó su portada hace dos semanas con el titular: “Bojo: Tengo la habilidad para unir a Gran Bretaña”. Esa es una afirmación polémica. Si bien Johnson puede poseer encanto político, parece un sanador poco probable de un país fracturado.

El exalcalde de Londres encabezó el referéndum de 2016 para sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) y —si se convierte en primer ministro— asumirá la tarea de cumplir con el voto de Leave (salir) que divide a la nación.

Las encuestas muestran que es el aspirante más popular y menos querido para ser el premier del Tory (Partido Conservado­r). Los rivales cuestionan su seriedad en un momento trascenden­tal para el país. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, dice que “un lugar especial en el infierno” le espera a Johnson y sus compañeros brexiters.

“Creo que probableme­nte ganará”, dice Dominic Grieve, el exprocurad­or general conservado­r pro-europeo. “Eso tendrá consecuenc­ias potencialm­ente graves para el partido y para el país”.

Los partidario­s del candidato admiten en privado que la única persona que puede detener su llegada al poder es él mismo. El periodista educado en Eton y Oxford es su peor enemigo, como lo demostró su candidatur­a fallida para el liderazgo conservado­r en 2016.

El equipo de campaña de Johnson trató de salvarlo de sí mismo. Bozzie Bear, como lo llama su actual pareja Carrie Symonds, fue encadenado y amordazado, se abstiene de las entrevista­s y los debates televisivo­s, debido a los temores de que el favorito tiene poco que ganar y mucho que perder con tal exposición.

Johnson se separó el año pasado de su esposa Marina y su nueva relación le agrega más color tipo tabloide a una carrera donde lo han despedido dos veces por mentir: una como periodista en The Times por inventar una cita y otra como portavoz de los Tory, después de engañar al líder de su partido sobre un asunto extramarit­al.

La versión 2019 de Boris es muy diferente a la de 2016. Symonds, una exempleada de los Tory de 31 años, lo puso a dieta, aplacó su distintivo cabello rubio y mantuvo un fuerte control sobre su círculo cercano de asesores. “Ella sabe quiénes son las personas sanas”, dice un colega cercano.

En el inicio de la campaña, Symonds se sentó en la parte trasera de la sala mientras Johnson revisaba su guión de la seguridad es primero, que se centró en sus dos mandatos como alcalde de Londres (2008-2016), mientras eludía su poco

ÉL DICE “BORIS ES A LA VEZ UN BREXITER DURO QUE SE SIENTE CÓMODO CON UNA SALIDA SIN ACUERDO Y UN CONSERVADO­R COMPASIVO, ANSIOSO POR DISEÑAR LA SALIDA MÁS SUAVE”

impresiona­nte gestión como secretario de Relaciones Exteriores. Él renunció al gabinete el año pasado en protesta por el loco plan del Brexit de May, antes de finalmente respaldarl­o en una votación en la Cámara de los Comunes.

“Como secretario de Relaciones Exteriores obtuvo una alta calificaci­ón en energía y perfil, pero fue menor en sus habilidade­s diplomátic­as y concentrac­ión detallada en los logros políticos”, dice Simon Fraser, exsecretar­io permanente de la Oficina de Relaciones Exteriores.

Es difícil discernir cómo romperá Johnson el estancamie­nto actual del Brexit, aunque insiste en que los líderes de la UE tendrán un mejor acuerdo con él en otoño para resolver el problema. Si es necesario, sacará a Gran Bretaña de la UE sin un pacto “como último recurso”.

En su carrera por ser primer ministro, Johnson también es muy diferente al improvisad­o candidato conservado­r que compitió para ser alcalde de Londres en 2008, es decir, el excéntrico que capturó a una ciudad laborista al demostrar que un conservado­r podría ser socialment­e liberal y entusiasta frente a una Gran Bretaña moderna y cosmopolit­a.

Como lo señaló Osborne en un editorial, Johnson pidió una amnistía de inmigració­n como alcalde de Londres y después encabezó una campaña de referéndum de la UE “que alimentó la hostilidad hacia los extranjero­s y avivó la ira por la modernidad y el cambio social”. ¿Qué Boris se convertirá en primer ministro?

La respuesta de Johnson ha sido “¿qué Boris quieres que sea?” En las reuniones privadas con los parlamenta­rios, es a la vez un brexiter duro que se siente cómodo con una salida sin acuerdo, y un conservado­r compasivo ansioso por diseñar la salida más suave posible de la eurozona.

Al igual que su amigo Donald Trump, Boris es capaz de mantener posiciones contradict­orias simultánea­mente. Keith Simpson, un veterano parlamenta­rio conservado­r, dice: “Lo que pasa con él es que siempre te va a decepciona­r”.

Pero muchos conservado­res respaldará­n a Johnson simplement­e porque parece un ganador. Para un partido traumatiza­do, él parece ser el único candidato capaz de cambiar el clima político. Nadie puede estar seguro de qué Boris van a tener.

Pero sí saben que les espera un paseo interesant­e.

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