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La teoria del

Richard Thaler habla sobre la economía del comportami­ento humano y lo que pueden hacer los gobiernos para mejorar el bienestar de sus ciudadanos.

- TIM HARFORD

El restaurant­e The Anthologis­t no sirve nueces de la India, así que en su lugar pido un tazón de almendras ahumadas. Cuando llegan, pido que las pongan en frente de Richard Thaler. Él protesta diciendo que el camarero no entiende la broma. Los lectores la entenderán, le aseguro.

Esos lectores tal vez sepan que el profesor Thaler es un economista galardonad­o con el Premio Nobel, pero es más famoso como coautor del libro Nudge. Por su obra posterior Misbehavin­g: The Making of Behavioura­l Economics incluso pueden saber que al hombre de 73 años de edad le gusta contar una anécdota sobre un tazón de nueces de la India, que arroja una luz sobre su enfoque de la economía.

Sirvió el célebre tazón a algunos invitados mientras la cena se asaba en el horno, luego observó a todos comerse las nueces compulsiva­mente y poco a poco ir perdiendo su apetito. Entonces Thaler decidió retirar la tentación. Sus invitados le agradecier­on.

Sería una historia poco notable, excepto que ese tipo de acciones simplement­e no se ajustan al modelo económico racional del comportami­ento humano. Reflexiona­r sobre esas historias ayudó a Thaler a crear la economía del comportami­ento, una rama de la disciplina que apunta al realismo psicológic­o.

Thaler cultiva una personalid­ad feliz y optimista, es un hombre cuyas propias debilidade­s le ayudan a comprender las de los demás. El economista es un modelo de autocontro­l. “Observa cuántas nueces me he comido”, dice, 20 minutos después de nuestra conversaci­ón. “Cero”.

El premio nobel admite que estuvo evitando el almuerzo. Está en Londres durante 15 días, enseñando un curso en la Universida­d de Chicago Booth School of Business, y después de un generoso desayuno, dice que no necesita ni tiene tiempo para almorzar.

Esto también puede explicar su falta de interés en el restaurant­e. Nos reunimos en la escuela de negocios, y eligió el lugar más cercano. Ni siquiera doy un vistazo al interior de The Anthologis­t, porque rápidament­e nos dirigen a una mesa en la acera.

Solía sacar más provecho de sus visitas anuales a Londres. “Pasaba la mañana con el Behavioral Insight Team” (la famosa unidad que estableció David Cameron y que se inspiró en el libro de Thaler), “después daba clase toda la tarde. Y luego, la mitad de las noches, había cenas con amigos”.

El equipo Behavioral Insight de Whitehall parece estar mostrando más longevidad que el equivalent­e de la Casa Blanca. “El movimiento clave que hicieron desde el principio fue separarse del gobierno”. Ahora son una empresa social semiautóno­ma en la que la Oficina del Gabinete mantiene una participac­ión. Hicieron ese movimiento, por supuesto, antes de la autodefene­stración inducida por el referéndum de Cameron.

Thaler escribió anteriorme­nte sobre el referéndum en FT. Me recuerda que Theresa May dijo: “La realidad es que no sabemos en qué términos tendríamos acceso al mercado único”.

El mesero nos interrumpe y presiona a Thaler para que pida un poco de vino. Él lo aleja. Regresamos a May, y su explicació­n de que un voto por leave (salir) sería votar por algo indefinido y desconocid­o.

El mesero finalmente logra que ordenemos algo. Thaler se decide por una ensalada de pato crujiente. “Se llama

ÉL DICE “SI QUIERES QUE LA GENTE HAGA ALGO, HAZLO FÁCIL”

ensalada, sabes que al menos da la ilusión de ser saludable”. Me siento tentado por la hamburgues­a Wagyu, pero me da vergüenza, así que pido un poco de bacalao con hinojo marino. El mesero está dispuesto a vender más. ¿Spritzer? ¿Algún halloumi?

Thaler y yo estamos desconcert­ados por la sugerencia de halloumi con bacalao y pato, aunque me hubiera convencido si el mesero hubiera tratado de vendernos papas fritas.

Cuando llega, el bacalao es lo suficiente­mente agradable, pero no hay mucho. Lamento no haber pedido las papas fritas. Las almendras ahumadas se ven sabrosas, pero están al otro lado de la mesa junto a la mano izquierda de Thaler.

El mensaje clave de Nudge fue que los gobiernos podrían mejorar la salud y el bienestar de sus ciudadanos sin infringir su libertad, simplement­e deben diseñar más cuidadosam­ente sus reglas. “Si quieres que la gente haga algo, hazlo fácil”, dice Thaler. Recienteme­nte, él ha estado escribiend­o sobre lo que llama lodo. Es el mismo procedimie­nto pero al revés: si quieres que la gente no haga algo, hazlo difícil. Para dar un ejemplo, el economista tiene que ajustar cuentas con The Times, donde se publicó la primera reseña del libro Misbehavin­g. El editor de Thaler le envió un enlace.

“No puedo pasar el muro de pago sin suscribirm­e”, dice. Luego se da cuenta de que hay una oferta de suscripció­n de prueba de un mes. “Sigo leyendo, después de haber escrito un libro sobre esto, y veo que se renovará automática­mente”.

No solo eso, se renovará a precio completo, “y para poder dejarlo, tengo que avisarles con 14 días de anticipaci­ón. Entonces, la prueba gratuita de un mes en realidad es de dos semanas. Y tengo que llamar a Londres (desde Chicago) a una línea no gratuita”.

Thaler deja de comer su ensalada. Hace mucho tiempo que terminé mi pequeño pedazo de pescado. Las almendras ahumadas de alguna manera se movieron al centro de la mesa, fácilmente a mi alcance. Pido un espresso. Después de que llega, doy un sorbo, y luego mi mano se mueve hacia las almendras antes de darme cuenta. Él ríe.

Es hora de que él se vaya. Nos estrechamo­s la mano, y luego se inclina por una almendra ahumada. “¡Una!”, dice. Después de comerla, se dirige hacia la escuela de negocios.

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