La última tertulia de Jorge López Páez
En su obra, el literato “destaca el júbilo de narrar la minuciosa vida cotidiana”, según José Joaquín Blanco
Solía acudir cada viernes, desde hace casi tres décadas, al Salón Palacio, una cantina del centro de la Ciudad de México, donde participaba en una tertulia al lado de Juan José Reyes, Dionicio Morales, Ignacio Trejo Fuentes, Javier García-Galiano, Noé Cárdenas y Ernesto Herrera.
Algunas veces fallaba a las citas por enfermedad; pero ayer a Herrera, colaborador de MILENIO, le avisaron que ya no podría acudir. Devolvió la llamada y lo supo todo: alrededor de las 10:30 de ayer, a los 94 años de edad, falleció el escritor veracruzano Jorge López Paéz, autor de títulos como Elsolitario Atlántico, Lacosta, Silenciosa sirena, Loscerrosazules y Lolita, tocaesevals. Con el paso de los años se había convertido en un autor de culto: reconocido por sus pares pero en permanente lucha con los lectores de siempre. Quizá por eso de este hombre, nacido en Huatusco, Veracruz, el 22 de noviembre de 1922, apenas se escucha su nombre en los círculos literarios. Estudió Derecho en la UNAM, y también estuvo en la Facultad de Filosofía y Letras, para luego ser coordinador de talleres literarios y colaborador de publicaciones como Cuadernos Americanos, El Nacional, México en la Cultura, Novedades, Prometeus y otros.
La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, lamentó el deceso, mientras que el titular del ramo en la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, lo definió como un “autor de narraciones memorables: nos deja una obra relevante en las letras mexicanas. Mis condolencias a sus deudos”.
Vida cotidiana e infancia
Para José Joaquín Blanco, en la obra de López Páez “destaca el júbilo de narrar la minuciosa vida cotidiana, incluso íntima, a ratos solitaria o pueblerina, a veces urbana y cosmopolita. Los restos del escritor fueron velados en la funeraria García López de la colonia Juárez. Un lugar muy cercano al que frecuentaba los viernes y que sirvió para recordar su obra y, en especial, su vida, como cuando le llegaban a la memoria los años en que estuvo al lado de Leopoldo Zea y Alejandro Rossi.
Becario del Fonca en 1989, y de la Fundación Guggenheim en 1983-1984, obtuvo en 2008 el Premio Nacional de Ciencias y Artes en lingüística y literatura.